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Tiene jefe por Julián García Candau

La Razón
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Hay clamor en contra de la actuación de Pepe. No es la primera vez que protagoniza un hecho vergonzante. Lo de Javier Casquero, en partido contra el Getafe, fue la muestra de lo que tiene en la cabeza. El pisotón en la mano de Leo Messi parece que, por fin, ha despertado repudio, basado en el buen estilo que se pretende en el club madridista. Claro que no puede sorprender el pisotón de un futbolista que tiene por entrenador a un individuo que le mete el dedo en el ojo a Tito Vilanova. Da la impresión de que la medicina que se distribuye en el vestuario es dopante desde el punto de vista moral.

El caso de Pepe no es noticia. Hay quienes pretenden salvarle diciendo que fuera del campo es muy normal, que no es violento. Sus reacciones son las de un enfermo a quien se le retira la medicación y por ello ataca. No es de recibo que el Real Madrid tenga en sus filas un individuo de tal catadura. Una cosa es la dureza, que todo los equipos han tenido alguna vez un representante genuino del exceso, y otra combinar las patadas con las agresiones descaradas. Muñiz Fernández, árbitro contemplativo cuando dirige esta clase de partidos, y pretendidamente justiciero cuando los protagonistas son clubes de la clase media de la Liga hacia abajo, debió expulsarle incluso antes del pisotón.

El club no debe pasar por alto lo que sucedió en la ida de cuartos de la Copa del Rey. El defensa central portugués ha llenado de vergüenza a su club en medio mundo. Las imágenes son incontestables.

Posdata. No reconozco en Xabi Alonso los genes futbolísticos de Perico, su padre. Nunca le vi reacciones tan inapropiadas.