Cádiz

Una actitud superior

General (R) Miembro de AEME

La Razón
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La profesionalización de los ejércitos va y viene con los tiempos. La Constitución de Cádiz ya consagraba el deber del servicio a la Patria. Al ciudadano se le concedían derechos, pero también se le exigían deberes. Desde entonces, todas nuestras cartas magnas plasmaron el deber del servicio de las armas. Incluso la nuestra de 1978. Lo que se decidió hace diez años fue la suspensión de su Artículo 30: «Los españoles tiene el derecho y el deber de defender a España».

Las condiciones sociales de 2001 con un gobierno con mayoría absoluta permitieron realizarlo, dando respuesta a una contestación social, beneficiando a empresas de seguridad cercanas al poder político, asumiendo riesgos por la forma precipitada con que se hizo.

Personalmente me integré con paracaidistas profesionales desde mi salida de la Academia. No pasé ni por Centros de Instrucción de Reclutas ni por unidades regulares. Pero sí tuve, lógicamente, frecuentes contactos con ellas.

Coincidí con Unidades de Montaña durísimas, con personal altamente preparado, sacrificado y sobrio; con magníficas Compañías de Operaciones Especiales (COE,s) y en el Sahara con eficaces unidades de Tropas Nómadas, de Policía Territorial o de Regimientos regulares. Todas cubiertas con personal de reemplazo. Nosotros, como la Legión, podíamos presumir de uniformes, de gratificaciones o de aureolas. Pero muchas veces nos daban «sopas con onda».

Mi homenaje hoy a cuantos soldados de reemplazo hicieron del deber una actitud superior a la de sus derechos. Un reconocimiento a todo lo que nos aportaron y enseñaron, maestros, médicos, camioneros, delineantes o labradores. A los que dieron sin pedir nada a cambio, que comprendían nuestras carencias, que sabían incluso perdonar nuestras prepotencias.

Puedo asegurar que aprendí más de estas gentes sencillas, las que sabían supervivir con medio chusco, una lata de sardinas y una navaja. Las que jamás dejaban su sonrisa ante las adversidades. No necesitaría conmemorar estos diez años. Tendrán mi reconocimiento, siempre, mientras viva.