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La Razón
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Sinceramente, sigo sin alcanzar a comprender el revuelo mediático que en algunas publicaciones ha suscitado el anuncio del candidato popular a la Alcaldía de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, de bonobuses gratis para mayores de 65 años. Al fin y al cabo todo alcaldable en unos comicios, y más si concurre desde la oposición, está obligado a realizar promesas electorales que, llegado el caso, se cumplirán o no dependiendo de muchas variables. Esto ya lo explicó, no sin cierto cinismo, Enrique Tierno Galván, político que ha pasado a la Historia como una de las cabezas mejor amuebladas del país. Además, en estos momentos, nadie puede asegurar que Zoido no vaya a cumplir su promesa. La medida en cuestión tiene argumentos tanto a favor como en contra, aunque si las pensiones se siguen congelando y si muchos abuelos continúan en esta crisis ayudando a sus hijos y a sus nietos está desde luego perfectamente justificada. Y en cuanto a la discriminación de los casos según el nivel de renta de los jubilados hay expertos que consideran que el coste de la gestión administrativa que implica no merece la pena, en pura coherencia con el pensamiento económico liberal. Por lo demás, si tenemos en cuenta que la pensión media en Andalucía se sitúa en setecientos treinta euros mensuales y que muchos mayores pierden con la edad la habilidad para conducir, la propuesta de Zoido, cuanto menos, habrá de ser analizada con mayor detenimiento del que algunos han empleado. El problema es que a los articulistas en ocasiones nos pasa lo que a los políticos, que por el afán de destacar y ante el temor de que nuestros lectores vayan directamente a consultar las esquelas mortuorias elevamos a veces las anécdotas a una categoría que desmerece la nuestra propia. Por tanto, dejemos a los electores, en este caso a los sevillanos, decidir sobre esta promesa de Zoido a la espera de que el otro gran candidato, Juan Espadas, que lo es, haga sus puntualizaciones al respecto. Es el abecé de todo proceso electoral. Al final un candidato se alza siempre con la razón de las urnas y el resto habrá de conformarse con ver su nombre en esas esquelas que tanta gente es lo primero y único que lee cada mañana.