Andalucía
Con la mirada en Andalucía
El cambio prometido por Alfredo Pérez Rubalcaba como nuevo secretario general del PSOE no arranca y todo recomenzó ayer con la habitual crítica a Mariano Rajoy y el Gobierno del Partido Popular, como uno de los argumentos de su discurso de clausura del 38º Congreso Federal. Mientras, el documento de trabajo presentado insistía en «acabar con los privilegios» de la Iglesia católica y en una «reforma fiscal» que elimine «la penalización de las rentas del trabajo», aparentemente en la misma línea de reclamar una tributación especial a las rentas más altas. Con una aceptación del 80,42 por ciento de los delegados, menor de la que obtuvo Rodríguez Zapatero en su día, Rubalcaba justificó su nueva dirección ejecutiva federal en la que han primado otros criterios diferentes a la integración de las dos mitades en la que se ha fracturado el partido. De momento, tanto sus palabras como sus mirada están puestas en el próximo reto electoral del 25 de marzo en Andalucía, donde las encuestas vaticinan que el PSOE perderá ese día su último feudo de poder territorial. Y Rubalcaba, que viene de cosechar la mayor derrota del PSOE en los últimos tiempos a manos de Rajoy, está dispuesto a arañar hasta el último voto. De entrada, el presidente andaluz y candidato socialista, José Antonio Griñán, uno de los valedores de Carme Chacón en el congreso, ha sido designado como presidente del partido. Es un cargo honorífico, en el que sucede a Manuel Chaves, pero su nombramiento indica que Rubalcaba y todo el partido con él, quieren alejar cualquier imagen de derrota y van a volcarse para cambiar el sentido de las encuestas. Para el nuevo secretario general la labor de oposición debe hacerse, como dijo ayer, bajo tres criterios: consensuar, discrepar y confrontar, cuando el desacuerdo se convierta en desencuentro. Pero en cambio optó por entrar directamente en la campaña electoral andaluza acusando a Rajoy de no presentar los Presupuestos Generales del Estado antes de las elecciones andaluzas para «no perjudicar» la candidatura de Javier Arenas, y sembrar dudas sobre la política del Gobierno y los «recortes sociales» que asegura que emprenderá en breve Rajoy.
A la hora de los hechos, el cambio prometido parece que tardará todavía en llegar al PSOE y, lo mismo que llamaba ayer la atención la ausencia de nombres de sus más directos rivales en la nueva Ejecutiva, a pesar de las buenas palabras «integradoras» de la víspera, Pérez Rubalcaba sigue manejando la mejor demagogia en sus ataques al contrario y en sus eslóganes electoralistas, en lugar de presentar de una vez propuestas concretas, realizables, y tratar de llegar, como afirmó en su discurso, a consensos con el PP para ayudar a solucionar los gravísimos problemas que afectan a Andalucía, y a toda España.
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