Barcelona

Cristina Garmendia: «España es ya la novena potencia científica mundial»

Embarcada en el más ambicioso proyecto «transformador de la economía» de los últimos años, que se plasmará en la inminente Ley de Ciencia, Garmendia es una verdadera tecnócrata ajena a los grandilocuentes discursos políticos.

Cristina Garmendia: «España es ya la novena potencia científica mundial»
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Como exitosa empresaria de la I+D, su empeño es hacer de España una potencia de primer orden, poner el país en el mapamundi de las grandes infraestructuras científicas y aprovechar el músculo de sectores como la construcción, el turismo y la industria para «liderar el cambio de modelo productivo». A su favor juegan los buenos resultados de la ciencia española. En su contra, los recortes presupuestarios.–¿Cuál es la situación de la I+D?–Estamos volcados en hacer entender que nuestro país, que es ya la novena potencia científica mundial, que produce el 3,7% de la ciencia, tenga un sistema de I+D, por primera vez equivalente a su tamaño económico.–¿Qué significa preservar «al máximo» las partidas en I+D+i, como dijo el presidente en el Debate del Estado de la Nación?–Creo que este Gobierno ha dejado muy clara su apuesta por la ciencia: triplicamos los presupuestos en periodo de bonanza y ahora estamos considerando la I+D una actividad prioritaria y protegida de las políticas de ajuste previstas entre 2011 y 1013. No obstante, considero importante destacar que todas las instituciones públicas pueden y deben hacer un esfuerzo de ahorro, de la misma manera que lo vienen haciendo todas las familias y todas las empresas. Y este esfuerzo se puede hacer sin afectar a las capacidades científicas ni tecnológicas del país.–La biotecnología, de donde usted procede, es uno de los puntos fuertes de España, y uno de los grandes desconocidos.–En los últimos datos disponibles, que corresponden a 2008, el primer año «oficial» de la crisis, todos los parámetros han subido a dos dígitos, experimentando un crecimiento espectacular. Cuando yo empecé en biotecnología, en el año 2000, acudía a foros económicos internacionales y decía que yo trabajaba en «biotechnology in Spain» y me respondían: «¿Biospain qué?». Entonces no parecía posible que un país como el nuestro despuntara en un sector tan de vanguardia. Ahora mismo España es el quinto país del mundo en utilización de biotecnología en sus procesos productivos y el octavo en número de compañías. Y está emergiendo desde el sector público de I+D+i en una parte mayoritaria.–Como empresaria del sector del I+D, ¿cómo cree que se debe financiar?–Para que la financiación sirva como instrumento de construcción de proyectos competitivos a nivel internacional es fundamental que el mix público-privado sea mayoritariamente privado. Los proyectos cuya sostenibilidad está basada en la subvención pública por definición no son competitivos. Los proyectos tienen que ser competitivos per se. –La Confedereación de Sociedades Científicas alertó de un colapso de la ciencia si siguen los recortes.–Los mismos augurios del año pasado y no se ha producido ningún colapso. Se han mantenido plenamente operativas todas las capacidades científicas, hemos convocado todos los programas del Plan Nacional de I+D en el mismo nivel que el año anterior y, según el INE, vuelve a haber un crecimiento del gasto en I+D+i. No avancemos catástrofes, que no es lo que necesita nuestro país. –¿Dónde se han hecho los recortes?–Dentro del ajuste de la Administración General del Estado entró la supresión de Direcciones Generales que afectó a los OPI, aunque no alteró su estructura. Hemos nombrado directores a personas de dentro, pero con categoría de subdirector.–¿Las últimas declaraciones de Zapatero significan que se abre la puerta a la creación de nuevas centrales nucleares?–La ciencia y la tecnología nuclear van a aportar en los próximos años innovaciones que reducirán los problemas actuales de esta opción. España quiere formar parte del grupo de naciones que lideren esta energía nuclear del futuro, con una participación muy activa en proyectos como el ITER. La cuestión no es solamente energía nuclear sí o no, sino el mix energético (combinación de las distintas fuentes) que necesita nuestro país. Es una muy buena noticia que el Gobierno y la oposición estén trabajando en un pacto de Estado energético. –¿Qué aportará la nueva Ley de Ciencia?–La actual ley es débil en la transferencia del conocimiento, en cómo se traduce en valor económico. La actual actúa sobre las personas, unificando la carrera científica y adelantando cinco años la contratación de los investigadores. La carrera debe ser estable y estar basada en méritos. También garantizar la movilidad dentro del sistema público, porque, por increíble que parezca, ahora mismo las escalas profesionales de los distintos organismos públicos de investigación (OPI) no son compatibles y dificultan mucho la movilidad. También entre éstos y el sector privado. Y pasarelas entre los OPI y las universidades, que son competencia autonómica.–Los ránkings internacionales sitúan bien al CSIC, pero no hay ninguna universidad española en el «top 100».–El CSIC es la octava institución del mundo en términos de producción científica. Las universidades ejecutan el 60% de los fondos de I+D en España, pero la eficiencia tiene mucho que ver con la agregación y concentración de los recursos. Hay que ser muy especializado y tener la suficiente masa crítica (cantidad mínima de investigadores para producir resultados) para ser eficientes, y creo que los OPI han logrado ambas cosas. – ¿Se va a desburocratizar la ciencia?–La Agencia Estatal de Investigación pretende hacer el sistema más eficiente, más basado en la confianza en las personas. Poder volcar los recursos financieros en una agencia supone más flexibilidad, mayor predictibilidad e independencia para elegir adónde irán los fondos. Un comité experto internacional adjudicará los recursos con criterios puramente científicos y tecnológicos. Ahora hay demasiado control del cómo, cuando lo importante es la consecución del qué, el objetivo. Con flexibilidad, absoluta transparencia y rendición de cuentas, algo a lo que los científicos deberán acostumbrarse. Confianza a priori y rendición de cuentas de la utilización de fondos públicos. Además, dependerá menos del ritmo presupuestario del Estado.–¿Es endémica la fuga de cerebros?–No sólo no es endémica sino que no está ocurriendo. No hay que confundir fuga de cerebros con movilidad del talento. Dentro de la profesión científica, la movilidad es inherente. De lo que tenemos que ocuparnos es de que el balance entre investigadores que salen y que llegan sea positivo. –¿En qué consiste el Mapa Nacional de Infraestructuras Científico-Tecnológicas Singulares?–Se trata de impulsar una red propia de grandes instalaciones financiadas al 50% con las comunidades autónomas que supondrá una inversión de 3.800 millones en su construcción y 390 al año de operación. Como condición, sus resultados tienen que estar a disposición de toda la comunidad científica. Este mapa debe convertirse en símbolo de la España del siglo XXI. El objetivo es que la inversión en I+D llegue al 2,5% del PIB en 2015.–¿Qué infraestructuras destacan?–El Sincrotrón Alba de Barcelona es una instalación de primer orden mundial. También el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana de Burgos o el que actualmente es el mayor telescopio del mundo, el Gran Telescopio de Canarias (La Palma). Son muchos y muy buenos. –Usted es el único miembro del Gobierno que no es militante socialista. ¿Aceptaría un cargo de ministra con el PP?–[Sonríe]. He aceptado una responsabilidad con la que estoy profundamente comprometida. Tengo dos años por delante de duro trabajo y no me planteo nada más allá de ese plazo.PERFIL: Pionera en BiomedicinaCristina Garmendia ha sido pionera al trasladar la investigación biomédica al campo empresarial. Nacida en San Sebastián en 1962, con 18 años se marchó a Sevilla para estudiar Biología y especializarse en Genética. Posteriormente se doctoró, en Madrid, en el Centro de Biología Molecular del Severo Ochoa, bajo la dirección de Margarita Salas. Su labor al frente de Genetrix, empresa dedicada a las tecnologías biomédicas y medicamentos, ha promovido proyectos importantes en este campo. Es de las pocas mujeres que se han sentado en la junta directiva de la CEOE y creó Inbiomed, una fundación que alberga el primer banco de células madre adultas de España.