Zaragoza
Consumatum est por Julián García Candau
Se acabó. Diez puntos de ventaja entre un equipo que se mantiene firme y otro que ha mostrado excesiva vulnerabilidad no son recuperables. En estos casos se suele decir, salvo catástrofe. Pero ni siquiera los goles levantinistas en el Bernabéu pueden dar a pensar que ello puede suceder. No es imposible algún pinchazo, y ni aún así.
El Madrid tuvo el marcador en contra ante Zaragoza y Athletic y ganó. Con el Levante le ocurrió mismo. El equipo valenciano cometió el error de marcar a los cinco minutos lo que encorajinó a los madridistas y hasta el final del primer periodo, salvo un par de excursiones del peligroso Koné, todo el juego se desarrolló en el campo levantinista. El acoso permitió juego de contacto y situaciones conflictivas. Undiano Mallenco anuló un gol a Benzema por fuera de juego, que no existió porque previamente no tocó el balón Higuaín. Le perdonó la expulsión a Sergio Ramos, que agredió a Del Horno y, a cambio, echó a Iborra, quien en balón que le cayó de arriba al pecho lo tocó con el brazo. El penalti era claro y la expulsión por segunda amarilla, rigurosa. El Levante, aculado y atrincherado, perdió ventaja en el minuto 44 y se quedó con diez jugadores. Contra el Madrid en inferioridad numérica cualquier resultado podía ser lógico.
El primer tiempo tuvo vibración y Casillas tuvo que tener una intervención meritoria, pero en el segundo no hubo color. Se acabó la lucha. El Madrid, sin apretar en demasía, fue aumentando su ventaja. El Levante bastante hizo con intentar evitar goleada escandalosa. Koné fue insuficiente.
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