Pekín

Maialen y olé

 Chourraut, bronce en slalom, consigue la primera medalla española en aguas bravas. 97 centésimas separaron a la piragüista de Lasarte del oro y 36, de la plata

Maialen y olé
Maialen y olélarazon

LONDRES- Y al sexto día, la segunda medalla española. A la plata de Mireia Belmonte se sumó el bronce de Maialen Chourraut, también con el líquido elemento como promotor de la conquista. En el caso de la piragüista de Lasarte, el medio son las aguas bravas, y olé, el slalom, que con Ander Elosegui (cuarto) y Samuel Hernanz (quinto) presagiaba el podio. Por 97 centésimas no fue el oro de la francesa Emilie Fer, 29 años, la edad de la española; por 36 no fue plata, la que se colgó la benjamina de la final, la australiana Jessica Fox, 18 años. Pero el bronce sabe a gloria; es el primero de España en su especie.

Hora y media antes de la final, Maialen fue segunda en la ronda de clasificación. Prefería no salir la última. Ese honor correspondió a la polaca Natalia Pacierpnik, apabullada por la presión y por los tiempos de quienes compitieron antes que ella. No había consumido la mitad del trayecto cuando la tercera plaza de la española ya no estaba a su alcance. El podio se había decidido minutos antes, por centésimas, ni un segundo entre el oro y el bronce.

Fox fue la tercera en lanzarse canal abajo, no cometió fallo alguno, cruzó puertas, viró, remó y, sin penalización alguna –un segundo por cada yerro–, paró el cronómetro en 106.51. Saltarse una puerta implica 50 segundos de rémora, entre las diez finalistas hubo dos que pasaron una de largo. Antepenúltima salió Emilie Fer, inmediatamente antes que Chourraut; mejoró todos los pasos de la australiana e iba a ser el faro de Maialen. No sería la primera vez que venciera a la francesa. «Hasta aquí, he ganado lo más importante del ciclo olímpico y dos medallas de oro en el campeonato del mundo», recordaba la guipuzcoana de Lasarte al final.

Tomó la salida, cedió 1.08 en el primer sector; recuperó en el segundo, hasta rebajar la distancia con Fer a 0.39, pero no mejoró en el tercero. «Técnicamente –explica su entrenador, Xabier Etxaniz– ha hecho una bajada muy buena. Hacía bastante viento, que movía las puertas –las puertas no se pueden tocar con la pala–, y perdió un pelín de tiempo». Encarar correctamente las barras, con la piragua dando bandazos, es un ejercicio de fuerza y precisión; «si te desvías un metro, pierdes un segundo», aclara Etxaniz. Maialen pudo desviarse menos de un metro y no llegó a ceder un segundo, sólo 97 centésimas, la diferencia entre dos metales, el oro y el bronce.

Cuando Chourraut descendía, sin penalización y ligera hacia la meta, por ese canal exigente, fluido, traicionero y rápido, donde dar demasiada velocidad a la piragua podía ser faltal, pensaba en Pekín, cuando fue eliminada, y en que no volvería a sucederle; pensaba en sus posibilidades y en las trampas que le tendía el agua, en cada giro que tenía que hacer, en no rozar las puertas. Las conocía, las sorteaba, es una de las mejores del mundo en slalom; pero no se precipitaba porque conoce los riesgos –«mira lo que le sucedió a la polaca», rememoraba después de la prueba–. El objetivo era saltar del diploma a la medalla, mejorar el cuarto puesto de Elosegui y el quinto de Samuel. Estaba en su metalización, en su concentración, en sus brazos, en los hombros que en 2005 y 2006 le operaron para curar sendas bursitis. «Íbamos a por el oro –reconoce Xabier–, pero el bronce, unido al cuarto y quinto puesto de los chicos, no está nada mal. Aunque, sí, fue una pena, por 97 centésimas».

Hace 20 años, Xabier Etxaniz asegura que ya soñaba con esto, y está convencido de que con este equipo llegarán más medallas y más alegrías en Río. «Están en lo mejor». Pero a Maialen, que salta alborozada en el podio, le gustan los niños. Quizá le aparten de los próximos Juegos: «Con niños o sin niños estará en Río». Bronce dorado.