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OPINIÓN: «Coaching» de uno en uno

La Razón
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Marisa, joven abogada que trabaja en una empresa madrileña, me comentó que había probado «eso del coaching» y creía que no puede servirle a nadie de nada. Extrañado por esa afirmación, y algo dolido en mi orgullo profesional, le pedí que me dijese las razones que tenía para ese sentimiento negativo hacia una herramienta de mejora de habilidades tan útil y contrastada como es el «coaching».
«Verás, me dijo, en mi empresa nos apuntaron a mi jefa y a mí para hacer unas sesiones de «coaching», como algo maravilloso que nos iba a ayudar. En el despacho del «coach», pese a las bromas iniciales para romper el hielo, yo no me sentía cómoda y la cosa fue a peor cuando el «coach» me hizo preguntas a las que no me apetecía responder delante de mi jefa. Traté de evadirlas y eso provocó que el «coach» se mosquease y la sesión fue un fracaso, mi jefa se sentía igual de incómoda que yo. Finalmente, decidimos que no queríamos seguir adelante con eso y así se lo hicimos saber a nuestra empresa».
Me sorprende e indigna comprobar cómo se pueden hacer tan mal las sesiones de «coaching». Para que un proceso de este tipo tenga éxito, el cliente tiene que saber qué es y qué ventajas le va a aportar, tiene que querer hacer el proceso y tener voluntad de cambio. El «coaching» sólo tiene dos vertientes, individual o de equipos. En este caso, no era ni una cosa ni la otra.
En el de equipos se trabaja con equipos completos para que funcionen mejor como grupo, este no era el caso. El individual se basa en una relación de confianza, persona a persona, del «coach» con su cliente, y jamás puede haber otra persona presente durante las sesiones.
El «coaching» está atrayendo cada vez más a profesionales de otras disciplinas, que creen tener conocimientos suficientes, sin haber recibido formación específica. Es una profesión distinta de las demás y merece el mismo respeto.