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Más de una Europa por Cástor Díaz Barrado
No es tarea fácil construir una Europa unida. Por ahora, y por mucho tiempo, está descartada la unión de los 27 Estados que integran el Consejo Europeo. Lo inquietante es observar cómo los 27 Estados que conforman la Unión Europea han debatido y proyectado en Bruselas, no sólo aspectos esenciales de la construcción de Europa, sino visiones cargadas de divergencias, con riesgos de escisión y amenazas de rupturas. Pero no existe «Europa o el caos», sino la voluntad de responder juntos o no a los principales retos de los mercados. Hoy el objetivo no se traduce en caminar más despacio hacia la Unión, sino en impedir que se pueda deshacer gran parte de lo que se ha tardado en levantar y consolidar sesenta años. No hay que tener desazón: Europa no se rompe, porque no existe una única Europa, aunque sí es verdad que la Unión Europea se encuentra en una encrucijada y está diciendo, con rotundidad, que está dispuesta a llegar hasta el fin en el cumplimiento de sus objetivos. No es nueva la existencia de distintas velocidades en la participación y conformación de la Unión de Europa. Esta vez, los 27 han recibido el mensaje de que se precisa más unión y más aproximación fiscal y quienes quieran elegir otro camino, como Reino Unido, pueden hacerlo. No sería la primera vez, y con ello, no se produce la quiebra de Europa. El acuerdo de Bruselas sobre el pacto fiscal es más que un respiro, es la expresión de que en épocas de profundas crisis y dificultades, la única solución son decisiones y pasos hacia adelante. La plena integración económica es urgente y la condición necesaria de la Unión Monetaria. Todavía hay que incidir más en esta dirección: necesitamos más unión económica, y más unión monetaria. La pérdida de mucha más soberanía de los Estados está garantizada y todos confiamos en que sea «rentable» para el bienestar de los ciudadanos.
Pero, más allá de los acuerdos concretos adoptados en Bruselas, se vislumbra una vez más que la Unión tiene contenido político y que cuenta con líderes capaces de «reconstruir» Europa. El eje franco-alemán, porque le corresponde, está realizando su tarea. Con seguridad, en los próximos años, seguirá habiendo más de una Europa, como ahora sucede, e incluso «reajustes» en la actual Unión Europea, pero las decisiones de Bruselas muestran una unión que no está dispuesta a perder lo conseguido. España debería estar, y seguro que lo estará, en esta Europa de la integración política y económica «a raudales» y, con ello, en la Europa del euro. Ahí está nuestro futuro y nuestro bienestar.
Cástor Díaz Barrado
Catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad Rey Juan Carlos
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