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58: un objetivo alcanzable por Juan Luis García Alejo

La Razón
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Usted cómo gasta sus ingresos? Lo normal es tener unas fuentes (nómina, alquileres o dividendos) que aplicar a sus gastos. Habrá gastos inevitables, como el de alimentación. Otros serán más manejables, como cambiar de coche. Usted prevé sus ingresos y gasta en consecuencia: «Este año iremos de vacaciones sólo una semana, hijos…».

Ya sé que ustedes sabían esto. Extrapolen al Estado. La crisis que castiga a España ha dado como resultado una caída de los ingresos. La implosión del sector constructor-inmobiliario tras el pinchazo de la burbuja de crédito ha traído desempleo (cae el IRPF, el IVA); menos actividad promotora, de compra-venta de vivienda que empequeñece los impuestos asociados a estas actividades; cierre empresarial o menores beneficios (sufre el Impuesto de Sociedades)… Si los ingresos descienden de forma drástica, si usted fuera político, podría subir los impuestos o reducir los gastos.
Pero los gastos del Estado son más rígidos de lo que parece. Tres de cada cuatro euros son difíciles de tocar. Por ser exógenos, como los intereses que pagamos por nuestra deuda. Por ser socialmente inasumibles, como las pensiones. Por ser estabilizadores automáticos, como el gasto en desempleo. Por estar reglados, como las transferencias a las comunidades autónomas. ¡Ah! Estas transferencias a las CC AA, que atienden a servicios indispensables, son gastos muy rígidos a corto plazo y si se tocan afectan a la calidad de los servicios públicos esenciales. Así pues, para cumplir hay que tocar gastos socialmente sensibles: medidas impopulares.

Siempre quedará subir los impuestos. Por ponérselo sencillo: o sube la actividad o sube el tipo impositivo. La primera premisa cuenta con remotas posibilidades ya que requiere que España crezca, que haya menos parados, imposible a corto plazo. Por tanto, queda tocar los tipos, la escala, algo que ya ha ocurrido en el IRPF. Nuestro problema es que con lo hecho y lo que se prevé que caiga la actividad en 2012, no llegamos. Ni para el compromiso del 4,4% . Hay que hacer más: menos gasto, más impuestos. El gran problema es que la confianza en el país pasaba por ser inflexible con los objetivos de déficit.

Si elegimos el 4,4%, estaríamos hablando de una ruta fiscal imposible sin asumir descalabros. Si elegimos el 5,8% nos enfrentamos a la palabra dada a los socios europeos. Y quizá peor, a que se nos mire con un grado más de desconfianza en los mercados. Pero, el 5,8% es un objetivo que parece alcanzable. Empeñarse en la solvencia y en las reformas permite margen de maniobra. Pero somos juzgados desde fuera.

 

Juan Luis García Alejo
Director del departamento de Análisis y Gestión de Inversis Banco