Conciertos

«De la SGAE ni he vivido ni ha valido la pena»

Llevaba 20 años en la junta directiva de la SGAE defendiendo la postura más beligerante contra la piratería, protagonista de polémicas «a favor de los derechos de un colectivo». Pero sólo ha encontrado «ingratitud», dice José Ramón Julio Martínez Márquez, «Ramoncín» (Madrid, 1955). Salió de la dirección de la entidad hace cuatro años («aunque a algunos les gusta pensar que estoy allí todavía contando billetes») y ha preparado un disco con canciones nuevas, «Cuando el diablo canta...».

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–¿Para usted ha valido la pena exponerse tanto?
–La respuesta más rápida y más contundente es «no». Pero mentiría un poco. Emocionalmente no ha valido la pena. Profesionalmente, tampoco. Moralmente, sí. Y ésa es la clave. Pero me he sentido muy solo, porque las estrellas se han estrellado en este tema. Algunos abominaban del canon y bien que lo cobraban. Y la gente se enganchaba conmigo en vez de con los hipócritas. Pero hasta aquí hemos llegado.

–Han sido muchas polémicas...
–He dejado una parte de mi vida ahí y le ha costado mucho a mi imagen sin recibir nada a cambio. De la SGAE no he vivido, y aunque ha habido compañeros que me han defendido, sobre todo he sufrido ingratitud.

–¿Imaginaba la corrupción que había en la SGAE?
–Aunque de momento hay que respetar la presunción de inocencia, yo no me esperaba nada, porque eso sólo se puede hacer a oscuras. Y uno de ellos es íntimo amigo mio y aún no me lo he echado a la cara. Tendrá que explicarme por qué me daba a firmar cosas que le servían para enriquecerse.

–Parece que asume su mala imagen en el título del disco: «Cuando el diablo canta...».
–Es más bien metafísico, sobre la lucha del bien contra el mal. Pero la sensación que me da este disco, si no hubiera hecho nunca otro antes, es que diría: «Es un buen primer disco».

–¿Por qué ha vuelto?
–Creo que las canciones son un magnífico instrumento para transmitir cosas. ¿Has leído las letras que escribe la gente? Comprendo que la gente quiera ir a un festival a dar saltos, pero en el rock las letras son escandalosas y no hablemos de los grupos masivos de fans. Les dirán que escriban cosas bonitas.

–¿Las suyas son sinceras?
–Lo que está en riesgo es el futuro de la música, no sólo del rock. Cuando ves a Lady Gaga tocar el piano y cantar, piensas que tiene talento, pero, ¿hablaríamos de ella por eso o porque se viste con chuletas?

–Hoy se venden muy pocos discos. ¿Le preocupa qué pase con el suyo?
–Va a ser muy difícil que alguien se siente en un taxi y escuche un tema mío en la radio. Las canciones deberán llegar por todos los otros medios, por internet. Sé que se pirateará y creo que no hay que combatirlo, habrá quien lo haga. Otros lo buscarán de otra manera, en iTunes o Spotify. No pienso si se va a vender, ni tampoco en comprarme un coche.
 

Un fan más de Neil Jonas
Los puntos de vista cambian, a veces en casi todo. Tener una hija de 15 años parece que también, cuenta Ramoncín, que cree que algunos grupos de adolescentes aclamados por la masa y despreciados por los especialistas, merecen atención. «He descubierto a talentos musicales como Neil Jonas (miembro de los Jonas Brothers). Lo dices y te critican, pero cuidado. Escucha cómo toca, cómo canta y compone, aunque las letras adolezcan».