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Borrar la memoria
La historia de España la escriben sus gentes. Y hay pasajes heroicos, más allá del bando en el que estaban sus protagonistas. Del Museo del Ejército se retira el despacho del general Moscardó y la conversación que tuvo con su hijo antes de ser fusilado por las milicias republicanas. El militar le pidió que encomendara su alma a Dios porque el Alcázar no se rendiría jamás. Eso es historia y en aplicación de la Ley de la Memoria Histórica la sala y la audición de la conversación se han suprimido. ¿Quién tiene de que avergonzarse? El militar cumplió con su deber y su hijo fue fusilado, por el delito de ser su hijo, un mes después. Tengo muchos antepasados militares, llevo con orgullo su apellido, y todos ellos cumplieron con su obligación, defendieron a España y fueron militares de honor y principios. Y no me avergüenzo de ellos sino todo lo contrario. Como supongo estarán orgullosos de sus padres De la Vega, Rubalcaba, Barreda, Bono y otros muchos cuyos padres fueron destacados franquistas. Mis familiares servían a España. Mejor será que les recordemos desde el cariño y con una oración. Porque lo de rezar en el Ejército pasa a mejor vida. La ministra suprime la misa en las entregas de despachos oficiales. Otra vez buscando problemas donde no los hay. ¿Pensarán hacer algo con el Cristo de la Legión, la Virgen del Carmen, la Inmaculada Concepción o con los himnos militares cargados de referencias religiosas?, porque son consustanciales con la historia del Ejército español.
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