Historia

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Son como nosotros por Germám CANO

En Twitter y Facebook, Guillermo y Kate ya son nuestros «amigos» y, ya se sabe, el que más tiene es el rey en este mundo

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Muchas son las lecturas posibles del enlace entre Guillermo y Kate desde el punto de vista de la sociedad del espectáculo. Muchas lecturas subrayaran, por ejemplo, la necesidad que tiene la población de vivir por un día un cuento de hadas maravilloso, donde la frustración y malestar cotidianos queden sublimados en un espejo mágico. Una postalita narcótica en donde un mundo ideal hace desaparecer toda miseria cotidiana. Sin embargo, hay otros matices interesantes. Tradicionalmente, el poder siempre se ha definido por una dimensión intrínsecamente espectacular. Un rey no podía ser poderoso y a la vez invisible, esto parece obvio. En este sentido, todos los grandes rituales de la nobleza en el pasado estaban orientados a una simple estrategia: hacer ver un hecho extraordinario al mayor número posible de espectadores. Esta visibilidad necesitaba de un aura especial, marcaba una distancia casi suprahumana entre los elegidos y el resto. ¿Qué es lo que ha cambiado en nuestra sociedad de los medios de comunicación, en donde lo que no existe en el espectáculo simplemente no existe? Se mantiene la espectacularidad, pero queda elimina toda distancia. La realeza ha descendido al pueblo llano. Los reyes han perdido el aura y habitan entre nosotros; son, incluso, como nosotros.
Como se ha comentado en numerosas ocasiones, Lady Di, la princesa de la gente, fue la primera en marcar este punto de inflexión. Cuando ella irrumpió en el palacio mediático y ocupó el verdadero trono, el de la atención, la realeza comenzó a aparecer como una dimensión cálidamente cercana: la princesa tenía tus mismas debilidades y miserias. Por todo esto, ella tenía también que marcar un punto y aparte en la historia del canibalismo mediático. Quien se había desnudado tanto, tenía que pagar por la imagen en la había quedado encarcelada.
Resulta interesante que la primera noticia de la boda se diera a conocer a través de Twitter y Facebook, en lugar de con un comunicado de prensa. Por las redes sociales se comenta que Guillermo destaca por ser «un hombre introvertido y cauto», mientras que Kate es «equilibrada, cercana y extrovertida». Antes, un príncipe o una princesa carecían de psicología. Su excepcionalidad e imprevisibilidad no podían ser traducidas a algo tan ordinario como un carácter, una personalidad o un «perfil». Hoy, en el mundo de Facebook o Twitter, el enlace adquiere una dimensión totalmente distinta: Kate y Guillermo ya son nuestros «amigos».