Sevilla

A lo capitán Ahab y en favor de «los servicios públicos»

A lo capitán Ahab y en favor de «los servicios públicos»
A lo capitán Ahab y en favor de «los servicios públicos»larazon

Sevilla- Todo el pescado estaba vendido en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas, pero sólo en el apartado político. De ahí que el tiempo del «qué hay de lo mío», para algunos, aún seguía «vivito y coleando». De ahí, los abrazos a los perdedores de las elecciones que, a la postre y a fin de cuentas, son los ganadores en el reparto de «las papas». Abrazos, en muchos casos –y sin querer señalar a determinados periodistas de cámara de la cosa pública por decoro y corporativismo mal entendido– más propios de Robinson Crusoe al encontrarse con Viernes tras su naufragio que de un reportero que se cruza con un político más o menos afín. Los afectos del comer. Fuera, literal y simbólicamente, caían chuzos de punta. Y dentro se está calentito, se entiende.

Javier Arenas, después del mal trago del 25M no debía tener el cuerpo para investiduras ajenas y, como se preveía, no apareció. Bastante tiene el hombre con perder hasta cuando gana, se refirió por los pasillos. Por allí estaban el ministro Montoro, con su alargada sombra intervencionista, terror de los insolventes; la delegada del Gobierno, Carmen Crespo; y el parlamentario y alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, además de los representantes del PP en la Mesa de la Cámara, «cumpliendo fielmente con su obligación institucional». Por parte del PSOE, además de Alfredo Pérez Rubalcaba, se dejaron ver Carme Chacón, Tomás Gómez –que definió a Griñán como «el gran presidente del PSOE»–, Pere Navarro, Trinidad Jiménez, Gaspar Zarrías, Rosa Torres o Manuel Chaves, entre muchos otros. Por parte de IU, el diputado Centella –que defendió «más autogobierno y mejor gestionado»– o el concejal sevillano Torrijos, experto en «pactos de progreso» y sus labores. Antes de unos y después de otros, Rosa Aguilar también estuvo allí. Asistieron los sindicalistas Pastrana y Carbonero, copartícipes del programa de IU. Del sector bancario, Braulio Medel o Antonio Pulido.

El presidente del Parlamento, Manuel Gracia, abrió el acto, dando la palabra al ministro Montoro, que, en tono institucional, señaló la necesidad de «grandeza» y «altura de miras» y «colaboración entre las instituciones» para salir de las entrañas mismas de la crisis.

Griñán, tras un protocolario abrazo, tomó la palabra con aire de arponero del Pequod. Defendió su «compromiso con el interés general», la «voluntad de servicio», la «responsabilidad», «el respeto a la Administración y al pueblo andaluz, ejemplo de libertad, tolerancia e igualdad». El presidente andaluz destacó su «más de 40 años de servicio público». «Creo en lo público», definiéndolo como «lo que hace habitable» la sociedad. (Dardito para el ministro de Hacienda). «Una sociedad sin servicios públicos es más inestable, insolidaria e injusta», subrayó. El «imperio de la ley» y el «control ciudadano» también fueron mencionados por Griñán, preludio de un próximo recurso ante el Estado, por más que el binomio «lealtad institucional» apareciera en el discurso. El objetivo: «Que nuestros hijos y nietos vivan mejor que nosotros». Habló de «consenso» y citó a sus antecesores. Apeló –ungido ya por el espíritu del capitán Ahab– a «la valentía, con los pies en la tierra, por encima de intereses partidistas». Citó el ejemplo de sus antecesores. Fernández Viagas, Escuredo, De la Borbolla, Chaves. Ojú. Y pasó de mencionar a Rubalcaba y al PSOE a recordar a su familia, que no es lo mismo, pero es igual. Griñán acabó preponderando «el servicio público por encima de todo, por la igualdad de oportunidades».
Tras el discurso y un fuerte abrazo a Rubalcaba, las caras de unos y otros y su ubicación –Micaela Navarro, fuera junto a periodistas y otros respetando la Ley Antitabaco– delataban su responsabilidad futura. Valderas, que no se ha visto en otra igual, atendía a uno y otro medio, como socio del presidente de la Junta. A Sánchez Gordillo, por cierto, no se le vio por las Cinco Llagas. El coordinador general de IU y vicepresidente de la Junta, al que hay que reconocerle labia y pelazo, advirtió que el Estatuto de Autonomía de Andalucía no puede sufrir «ningún intento de limitar todas sus posibilidades».

El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, manifestó que «Griñán será un gran presidente para Andalucía y España». Rubalcaba habló de «un amigo y un socialista» y sacó al profesor que lleva dentro para analizar el discurso del líder andaluz. «Ha sido un discurso magnífico». Los ingredientes: defensa del servicio público, respeto a la Ley y referencias a la familia. El camino es encontrar «una salida justa para la crisis». Sobre el mensaje de Montoro de «lealtad institucional», recordó que Rajoy no se viene caracterizando «por el consenso» y el diálogo. «Eso es mala cosa», subrayando que «el PSOE no apoyará medidas como que los pensionistas paguen por sus fármacos y, si hace falta llegar al Tribunal Constitucional porque creemos que se vulneran competencias, lo vamos a hacer», descartando que se trate de «deslealtad» sino de «oposición».

Ayer tomó posesión de su cargo el socialista –Hollande mediante– con más poder de esta Europa decadente y en crisis. Está por ver si se trata del mayor arma contra el Gobierno y por discernir si Griñán, como sueña, es el capitán Ahab o todo este tiempo no ha sido sino Moby Dick