JMJ de Río

Sol vuelve a brillar

El grito «le llaman democracia y no lo es» de los «indignados» ya es cosa del pasado. Ahora en la Puerta del Sol sólo se pueden oír vítores de «viva el Papa». Es la radical transformación que ha experimentado el Kilómetro Cero desde que han llegado los jóvenes que van a participar en la JMJ.

Los restaurantes estaban abarrotados de jóvenes que pedían el «menú peregrino»
Los restaurantes estaban abarrotados de jóvenes que pedían el «menú peregrino»larazon

Las lonas, los cartones, la suciedad y la crispación del 15-M han sido sustituidas por la alegría y el «buen rollo» que transmiten las miles de personas que han viajado hasta Madrid para ver al Pontífice. Hugo, un joven argentino asegura que, por lo que ha visto en la tele «ahora hay mejor ambiente que cuando estaban acampados los «indignados».

Ni siquiera los 37 grados que caían ayer por la tarde en la capital impidieron a los peregrinos pasearse por Sol. Desde por la mañana, una marea humana de colores con banderas de todo el mundo recorrió la plaza y las calles aledañas «haciendo tiempo» hasta que empezó la misa en Cibeles a las ocho de la tarde.

Una afluencia de gente que está beneficiando, y mucho, a los comerciantes de la zona, que están «encantados» con que la Jornada Mundial de la Juventud se celebre en Madrid. Los establecimientos de comida rápida son los que más se llenan «además desde muy temprano porque los extranjeros comen antes y luego les relevan los españoles», explica la dependienta de una cadena de hamburguesas. El problema es que los restaurantes no tienen mesas para tantos jóvenes, por lo que muchos optan por pedir la comida para llevar y se la toman en la calle «a ser posible a la sombra», comentaba un peregrino.

Lo cierto es que los comercios de la zona están a rebosar y, aunque todavía es pronto para conocer las ganancias, por fin están recuperando «parte» de lo que perdieron durante los dos meses que los «indignados» estuvieron asentados en Sol y los días que la Policía blindó la plaza para evitar que volvieran a acampar tras su desalojo. El propietario de una tienda de abanicos declaraba con alegría que «habían aumentado las ventas» y que «la JMJ trae buena gente, no como lo que había antes», refiriéndose al 15-M.

En las tiendas de telefonía las colas llegan hasta la puerta y se han acabado las existencias: «Nos hemos quedado sin tarjetas de prepago y sin móviles», algo inusual en el mes de agosto, comentaba un empleado.

En lo que coinciden todos los comerciantes es en lo «respetuosos» que son estos jóvenes.La dueña de una heladería afirma que «aunque tengan que esperar colas larguísimas, guardan el turno y no intentan irse sin pagar, como hacían algunos indignados». Respecto a que los peregrinos hayan «tomado» la ciudad, los trabajadores de la zona aseguran que, además de beneficiarles económicamente «no molestan y su alegría se contagia».

Un pacifismo que corrobora la Policía, ya que a pesar de las miles de personas que han llegado a Madrid no se ha producido ningún altercado: «sólo cantan y rezan», decía un agente.