Cataluña
El recorte eufórico por Iñaki Ezkerra
En Cataluña se está produciendo un fenómeno extraño que puede calificarse de «paranormal» gracias a la hipnosis nacionalista. El Govern está consiguiendo, con la complicidad de «sus medios de comunicación», vender los recortes sociales como un adelanto a la par que una ventaja que le toma Cataluña a España y, por lo tanto, como una estupenda noticia, que merece la celebración. En cualquier otro sitio, la opinión pública se lamentaría, lloraría, se tiraría de los pelos al ver las colas interminables en las urgencias hospitalarias, los despidos o las rebajas de sueldo de los funcionarios, las subidas de las tasas en el transporte, la universidad o el recibo del agua. Pero «Cataluña es diferente». Allí se ve que el poder narcótico del nacionalismo es infinito y que ha nacido lo que podemos denominar «el recorte eufórico», un arma peligrosísima porque una cosa es la salvaguardia de la paz social pese a las estrecheces de la crisis y otra es la enajenación mental que puede provocar una ideología capaz de hacernos disfrutar de la sarna con gusto si es que ésta nos anuncia que los vecinos, por contagiarse más tarde, van a estar peor que nosotros.
«¡Per delant d'Spanya!». Aunque sea para cortarse un brazo. Ésta es la convergente y arrolladora consigna del «a més a més» del Honorable Mas (y valga la redundancia) contra la que se estrella el discurso indignado de Toxo, el comisionista sindical. Las únicas lágrimas oficiales que se han podido ver en Cataluña por los recortes son las de Mònica Terribas, la directora de la televisión pública, en el Parlament porque no se va a poder garantizar la emisión en abierto del fútbol. Por cierto, gracias a esos selectivos recortes, la televisión catalana pasa, de tener seis cadenas, a tener sólo cuatro. ¡Realmente es para llorar!
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