Copa Davis
Tenis / Cuatro bolas de partido fueron insuficientes
Londres- Feliciano López y David Ferrer consiguieron lo que parecía imposible, plantar cara a los franceses Tsonga y a Llodra, una pareja contrastada. Se sobrepusieron a la derrota en el primer set, 3-6 en 34 minutos y ganaron el segundo, 6-4, en 33. Entraron en el tercero con ánimos renovados, lanzados y más convencidos que antes de empezar de que podían vencer. Rozaron la gesta. Disfrutaron de tres bolas de partido, un 0-40, cuando ganaban 9-8, y de una más con 11-10 en el marcador. No pudo ser. Los saques de Tsonga resultaron decisivos y hoy, tras la tremenda decepción, sólo podrán luchar por el bronce. Gasquet y Benneteau, también galos, serán sus rivales, más sencillos sobre el papel que los anteriores.
Feliciano y David, David y Feliciano, que tanto monta, empezaban a entenderse como pareja. Son amigos, se llevan bien, pero como doblistas accidentales se han servido de los Juegos Olímpicos para promover una relación que, en el futuro, podría ser muy satisfactoria para el tenis español. Ayer jugaron contra Llodra y Tsonga, consolidados, expertos en estas lides, dos tipos muy capaces que acumulan no pocos triunfos en la especialidad. Ferrer y «Feli» son novatos, pero atesoran calidad suficiente para meterles en un callejón sin salida. De hecho, rozaron la gesta. Tardaron en cogerle el tranquillo al partido, tuvieron que perder un set para darse cuenta de que la gesta no era imposible. Después del 3-6, se centraron y sacaron a relucir sus virtudes.
Ferrer es un magnífico restador, de los mejores del circuito, y Feliciano ostenta, posiblemente, el mejor servicio del tenis español. Conjugaron estas cualidades con una ilusión tremenda y el entendimiento preciso. David inyecta garra y fuerza al toledano, no le permite relajarse, y éste le proporciona confianza estando arriba, en la red. Así ganaron el segundo set y se fueron decididos a por el tercero y último. Rompieron el saque a los franceses en el segundo juego y con 2-0 se «dejaron» empatar, porque iban 40-0 y del 3-0 se pasó al 1-2 y al 2-2. Llegaron al 6-6, igualdad máxima, y con 9-8, la gran oportunidad, única, de oro o de plata. Se situaron en 0-40, tres bolas de partido: ¡ninguna! Ahí estuvo la final; pero como perseveraban, gozaron de otra ocasión con 11-10, una bola, tampoco. Acusaron el golpe y en el vigésimo quinto juego cedieron el servicio, que, no obstante, recuperaron de inmediato.
Ocurrió una vez, jugaban con fuego, a Feliciano se le notaban los minutos y David ya no se movía tan rápido por la pista como al principio. En más de un juego Tsonga y él dieron la impresión de que jugaban individuales. Sin embargo, Llodra se crecía, porque es un doblista magnífico, y suturaba los errores de su compañero cuando era necesario. Los golpes geniales los daba Tsonga; también inventaba los mejores saques, que tanto daño hicieron a los españoles; pero él equilibraba el partido, próximo a su fin cuando en el trigésimo tercer juego David y Feliciano perdieron.
La resistencia iba a ser trascendental y la pareja francesa no dejó pasar la oportunidad de cerrar el choque cuando se encontró 16-17 y con el saque a su favor. Cayeron los españoles, unos jabatos, después de 3 horas y 29 minutos.
Tocados, pero en ningún caso hundidos
Caras largas, serias; dolía la derrota. Albert Corretja pasó de largo, sin ganas de hablar. David y Feliciano hicieron de tripas corazón y contaron sus sensaciones. David: «Es duro tener cuatro bolas de partido y perder con todo de cara. Esta noche va a ser mala, pero mañana –por hoy– tenemos un partido muy importante». Feliciano habla de mala suerte: «Teníamos cuatro bolas y han metido cuatro saques... Vamos a pensar en la medalla de bronce, en que Gasquet y Benneteau son más fáciles que los Bryan». Y continuaba cabizbajo, como si no creyera lo que había sucedido: «Es que hemos perdido y ha sido una putada». Hoy, no antes de la tres de la tarde, toca jugar por el bronce. Gasquet y Beneteau, también francés, no deberían presentar ni la mitad de dificultades que Llodra y Tsonga. Feliciano: «Podemos ganar el bronce».
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