Pintura
«Las meninas» Velázquez se queda a cuadros
El director Ignacio García presenta en el Festival de Cádiz una provocadora producción mexicana que da vida y voz a los protagonistas del célebre lienzo
Ya conocen la escena: la infanta Margarita se hace la coqueta mirando de reojo al frente; sus ayudas la flanquean, entregadas. Adusta, la enana Maribárbola ocupa una esquina. Diego Velázquez, pintor de cámara, se autorretrata al otro lado. Y, al fondo, parece intuirse el reflejo de los reyes, contemplando la composición. Todo español ha visto «Las Meninas» mil y una veces. Pero la mil y dos, diferente y transgresora, tenía que venir por fuerza de fuera. La ofrece un mexicano, Ernesto Anaya, que quedó deslumbrado por el cuadro y decidió inventar qué había detrás de sus personajes: qué se dirían, qué tramarían, por qué estarían donde están. Y, además, quiso aprovechar la voz de sus históricas criaturas para saldar alguna cuenta con la España de los Austrias, «un reino donde los intelectuales se juntan para decirle al rey que es mejor dejar que el caiga en bancarrota que pedirles dinero a los banqueros portugueses», según lamenta el director de este montaje, el español Ignacio García. El autor lo hace con armas como un buscado anacronismo: sus personajes hablan de tecnología y citan a Borges.
También con una calculada provocación: entre las meninas llega a haber sexo lésbico –«todo insinuado, no se ve nada en escena», aclara el director–. Y añade: «No es una obra pornográfica, pero hay dos escenas con desnudos: una menina que baña a la otra y otra escena con cierta tensión erótica entre ambas», aclara el director. Pero eso les obliga a colgar la advertencia de «espectáculo no apto para menores de 15 años». Claro que, matiza la productora y protagonista del montaje, Aurora Cano (ella es, precisamente, la Infanta Margarita), «es la España del siglo XVII la que no es recomendable para menores de 15 años. Lo perturbador no es el espectáculo, sino el contexto histórico».
En realidad, explica Cano, se trataba «de averiguar qué le pasó por la cabeza a Velázquez cuando pintó el cuadro». Y asegura el director que «a quien le guste Velázquez disfrutará de la obra, porque en ésta se dan diferentes niveles de lectura». Niveles incluso pictóricos y guiños a la obra del genial pintor de cámara de Felipe IV, como una disertación teórica de la Infanta sobre «La venus del espejo».
El arte y el poder
«Hay –añade Cano– toda una reflexión sobre la relación entre el pintor y el poder». La tesis que mantiene el autor es que la corte y los personajes del cuadro enloquecieron a Velázquez, «un personaje amargado que siente que ha dejado el arte por la corte y se encuentra con que la corte es tan deleznable como el arte», explica García, una reflexión para la que es necesario entender la baja consideración de que entonces gozaban los artistas, fuera del escalón social que suponía ocupar un puesto oficial. Lo que dejan claro ambos, director y actriz, es que «el texto no tiene una intención histórica». Es una pura digresión creativa sobre unos personajes reales pero con actitudes y reacciones imaginadas. Aunque con abundante base y documentación históricas, como unas oscuras sentencias de la Inquisición que leen las meninas. «El exceso religioso tuvo consecuencias a los dos lados del océano», recuerda el director.
Tras pasar por el Matadero de Madrid, San Sebastián y Cuenca, «Las meninas» llega al Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz los próximos martes 25 y miércoles 26. El proyecto nació en 2010, cuando el festival Dramafest de México D.F. celebró el bicentenario de la independencia del país invitando a cuatro dramaturgos de diferentes nacionalidades a colaborar con otros tantos directores. Para el texto de Anaya, la batuta recayó en el español Ignacio García. El montaje está repleto de curiosidades: como que el actor que interpreta a Nicolasito de Pertusato no es otro que el hijo de la propia Aurora Cano, Lucas Anaya; o que, cosas del azar, la actriz que da vida a la menina Sarmiento se llama Violeta Sarmiento.
Un cuadro único
«Es evidente que "Las meninas"es un cuadro excepcional dentro de la producción de Velázquez y en general del siglo XVII. Aparte de los juegos de espejos y de introducir a los reyes, tiene una identidad especial», explica Ignacio García, quien matiza que hay teorías que dicen que no son los monarcas quienes aparecen. A la izquierda, García y Cano, en el Museo del Prado de Madrid, donde posaron para LA RAZÓN delante del cuadro de Velázquez.
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