CC OO

Ante el Primero de Mayo

La Razón
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La conmemoración de la fiesta del Primero de Mayo tiene hoy un carácter especial, que sobrepasa a la habitual concentración de los grandes sindicatos, sus banderas y reivindicaciones sectoriales. El comportamiento de CC OO y UGT durante los pasados años de crisis, de complacencia ante el Gobierno socialista mientras el paro crecía por millones y la gestión económica se hundía hasta afectar incluso a las bases del Estado del Bienestar, ha pasado sin duda factura. Lejos están ya los tiempos en que el secretario general de UGT era conocido jocosamente como «el otro» ministro de Economía por su verdadera influencia en Moncloa. La debilidad sindical se pudo comprobar en el fracaso de su huelga general del 29 de marzo y en la escasísima afluencia a las marchas organizadas el pasado día 29 de abril. Ni la dureza de las reformas que el Gobierno del Partido Popular, en poco más de cuatro meses de vida, ha tenido que aplicar in extremis para evitar la quiebra ha servido para que CC OO y UGT recuperasen su vieja influencia. Porque no se puede callar impunemente cuando peor es la crisis para, en cuanto los ciudadanos deciden expulsar del Gobierno al PSOE y confiar la lucha contra la crisis al PP de Mariano Rajoy, preocuparse por unos parados que poco antes parecían invisibles a sus ojos, sacar las banderas de la reivindicación más dura y suplir con la protesta callejera su incapacidad para afrontar la nueva situación y llegar a acuerdos con el Gobierno y las organizaciones empresariales.
 
Los dos grandes sindicatos se ven obligados hoy a demostrar mayor poder de convocatoria y para ello cuentan con el apoyo decidido de la oposición política. El PSOE de Rubalcaba unirá hoy sus fuerzas y su mayor capacidad de convocatoria a las de IU para ayudar a Méndez y Toxo a aumentar el número de manifestantes, como ha hecho siempre que le ha sido posible desde que el PSOE perdió las elecciones. Pero ni aun congregando una masa crítica de asistentes resolverán problema alguno de los trabajadores ni podrán evitar una reforma del mercado laboral que les resta subvenciones y poder político, y los pone en evidencia ante los parados que buscan desesperadamente un puesto de trabajo.

Con una economía que sigue oficialmente en recesión desde ayer, y con la dureza de las previsiones de desempleo anunciadas por el Gobierno, la actitud de los grandes sindicatos en nada ayuda a la recuperación y sólo sirve a la oposición política de Rubalcaba. Su negativa a aportar soluciones a los nuevos desafíos por su empeño en defender un viejo sistema de relaciones laborales más propio del franquismo les incapacita para liderar eficazmente a los ciudadanos que hoy saldrán a conmemorar la fiesta de los trabajadores.