Teatro

Artistas

Shakespeare a propulsión

Autor: W. Shakespeare. Adaptación: E. Hall y R. Warren. Director: E. Hall. Reparto: R. Clothier, J. Dougall, R. Hands, D. Tighe, K. Brookfield, S. Swainsbury, W. Cather, T. Padden, D. Bruce-Lockhart, J. Trenchard, C. Myles, T. Bell, D. Newman. Teatros del Canal. Madrid, 11 y 12-V-2011.

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Existe un territorio teatral en el que todo está permitido, sujeto tan sólo a la ley del talento y al poder de la imaginación. En este País de Nunca Jamás los actores vuelan como los niños perdidos. Es una tierra de posibilidades, donde el brazo ejecutor de las cobardes órdenes del taimado protagonista de «Ricardo III» parece sacado de «La matanza de Texas» y el alguacil que impone orden en la confusión de «La comedia de los errores» recuerda al policía de los Village People. Algunos ingleses, por fortuna, no han olvidado que la polisemia hermana en su idioma los términos actuar y jugar.

El regreso a Madrid de la compañía Propeller («hélice») nos recuerda que el teatro puede y debe ser entretenido, ese concepto tan amplio que igual engloba a una comedia disparatada como la de los gemelos separados al nacer y llamados ambos Antífolo, uno en Éfeso, otro en Siracusa, como a una tragedia mayor como el retrato de la maldad y la ambición que es la subida al trono inglés del deforme asesino Gloucester. Propeller se toman el teatro menos en serio que otras formaciones inglesas como la Royal Shakespeare Company o Cheek by Jowl, su espíritu es más irreverente. Guiños, ruidos, cancioncillas, todo está orientado al disfrute directo. A veces son poco sutiles, pero desde luego no aburren.

Es un acierto del Festival de Otoño en Primavera abrir con ellos en sesión doble para ver que hacen bien lo que hacen. La dirección de Edward Hall transforma Éfeso en un «resort» hortera de música ochentera y telepredicadores, y permite brillar a su equipo en excesos cómicos. Más tétrico, su «Ricardo III» nos lleva a un hospital decimonónico donde los desmanes del tirano se resuelven a lo gran guiñol entre biombos, plásticos de matadero, inyecciones y motosierras que salpican sangre, mucha sangre. Y todo, con un verso impecable, dicho por actorazos (todo son hombres) como Richard Clothier, Dominic Tighe, Robert Hands –divertísima su Adriana–, y Chris Myles –impagable su abadesa–, por citar sólo a algunos.