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Palabra de Rey por Alfonso Ussía

Habló de la grandeza de una nación que no puede entregarse al abandono tras haber luchado tanto para estar ahí

La Razón
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No es necesario conocer personalmente al Rey para saber cómo es el Rey. Lleva 35 años dando la cara. Y estaba claro que no iba a obviar en su tradicional mensaje de Nochebuena el doloroso –para Él y su Familia especialmente–, y chirriante asunto de su yerno Iñaki Urdangarín. Se hacían apuestas, y me dicen que se pagaba 27 a 2 la mención en su discurso. No juego ni a la Lotería de Navidad, pero sabiendo cómo es el Rey pude hacerme ayer con unos buenos miles de euros. Enhorabuena a los afortunados. La Justicia es igual para todos. Vi al Rey más fuerte y seguro que nunca. Habló del paro inaceptable, de la juventud desesperanzada, de la generosidad de las familias que han asumido la durísima situación de los parados. El paro ocupó una gran parte de su discurso. Habló de la ETA, que sólo tiene una salida. Entregar las armas de una vez y salir de nuestras vidas y nuestras muertes. De las víctimas mortales, de los mutilados por el terror, de las familias condenadas de por vida a vivir con la tragedia. Habló de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas de Seguridad del Estado, siempre leales y sacrificadas. Habló de la normalidad de la alternancia democrática. De la grandeza de una nación que no puede entregarse al abandono después de haber luchado tanto para estar ahí, en los espacios de un auténtico Estado de Derecho. Habló de los sacrificios que nos esperan a los españoles para salir de la crisis económica. Habló del Príncipe, que trabaja a su lado para completar la dura formación exigible a su Heredero. Y habló de su salud, felizmente recuperada, agradeciendo a cuantos se han interesado por ella en este año nefasto que afortunadamente se nos va. Y para decepcionar a los malintencionados, a los aferrados a los dos extremos ideológicos, habló de su problema, insisto, de su gran problema personal, que por el parentesco de su protagonista se ha convertido en un escándalo en el que algunos quieren involucrar a la Corona. La Justicia es para todos.

Sólo en una ocasión había visto al Rey tan decidido y desmelenado. Aquel año en el que no tuvo pelos en la lengua, harto de la ambigüedad de la Conferencia Episcopal Española ante la perversidad de uno de sus obispos, José María Setién, hoy emérito de San Sebastián, mucho más cercano con los terroristas que con las víctimas inocentes.
El Rey que nos habló en Nochebuena no sólo era una persona recuperada física y anímicamente, sino un decidido y esperanzado defensor de España y su futuro, de su libertad, de su capacidad de lucha y de su pujanza empresarial. Creo que utilizó un tono más institucional que coloquial.

No mutiló ni ideas, ni intenciones, ni pensamientos. Los críticos dirán que se olvidó de algunos aspectos que preocupan a la sociedad. Invito a los críticos que hablen durante quince minutos y abarquen la totalidad de los problemas.

Ahí está Fidel Castro, que soltaba discursos de cinco horas y no se refería a ningún problema de los cubanos, precisamente porque el problema era él. El Rey que nos habló en Nochebuena era un Rey conocido, fuerte y recuperado.

Y a los que perdieron su dinero por jugar en contra de la dignidad obligada del Rey, nada que decirles, excepto que trabajen un poco más durante un tiempo con el fin de recuperar el dinero perdido. ¡Viva España y viva el Rey! ¿Pasa algo?