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El obispo se recorta el sueldo
Xavier Novell, prelado de Solsona, el más joven de España, se reduce el salario un 25 por ciento para tener más dinero con el que ayudar a los necesitados. «Todos hemos querido ganar más», dice
Xavier Novell se ha bajado el sueldo voluntariamente. Lo ha hecho sin que nadie se lo pida, como sueñan muchos empresarios que hagan sus empleados. Aunque Xavier Novell no es uno más: es obispo de Solsona. Sería, en realidad, el jefe, el empresario, ante los sacerdotes. O sea, que Xavier No- vell también puede ser el sueño de muchos empleados: que el jefe se baje el sueldo para igualarlo con los trabajadores. «El motivo es porque al congelar el sueldo a los sacerdotes creí que debía tener un gesto de solidaridad con ellos, además de que es un gesto simbólico». Aunque si jefe y trabajadores se igualan el sueldo, puede que se acaben las jerarquías: quién manda entonces, quién decide: «En la Iglesia, las jerarquías se entienden de otra manera y más que lo que marque el sueldo lo que importa es tener una autoridad moral», dice Xavier.
El obispo de Solsona, un hombre cuarentón y sin miedo a hablar en público, ha conseguido lo que quería, «ser estimulante para los demás», llamar la atención. Primero con su reducción desde 1.200 euros mensuales a los 900 que cobra ahora (y lo que ahorra lo invierte en ayudar a quien no cobra nada) y después con su texto «Todos contra la crisis», en el que en un lenguaje sencillo, diferente al que se suele utilizar en otros mensajes eclesiásticos, explica cómo hemos llegado a esta situación. «Si uno empieza a reflexionar cómo hemos estado viviendo y qué herencia nos queda y dejamos, descubrirá que estamos ante una oportunidad de reflexión y búsqueda», explica. Ahora le llaman los medios, atiende, se explica con su acento catalán y espera que la historia tenga más recorrido que el mediático, que de repente a alguien se le abran los ojos y entienda y actúe.
¿Revolucionario?
Su discurso puede sonar revolucionario, aunque él dice que lo que hace no es más que afrontar la realidad en la que nos estamos moviendo: «Cuando quien, por capacidad, tendría derecho a cobrar más renuncia a lo que se lleva y, sin embargo, no deja de dar lo mejor de sí mismo, se produce una sanación verdadera. Por fin su opción de vida no es acumular sino servir. Sin llegar a un comunismo práctico, que es irreal. El sistema en el que estamos debe funcionar a nivel de mercado, pero es la generosidad la que lo completa». El obispo de Solsona vive alejado de los mercados, de Wall Street y de las hipotecas basura. Con sus 1.200 euros, antes, sostenía la economía doméstica de la casa episcopal, al secretario, a su esposa, a la hija de ambos y a él mismo. Reconoce que frente a otros tiene la inestimable ventaja de que no paga alquiler ni los servicios básicos de la diócesis. «El resto es para mis gastos, vestirme, invitar a un sacerdote, algún regalo y ayudar sobre la marcha». Con 300 euros menos puede seguir viviendo dignamente, aunque renuncia a disponer del dinero que usaría para atender a las necesidades en primera persona. También a sus pequeños momentos de ocio. Siempre se va de viaje, en verano, con otros sacerdotes. Este año, si viaja, va a tener que hacerlo a algún lugar más cercano.
En su texto explica que la crisis comenzó con las hipotecas basura, pero que en la extensión del problema ha sido fundamental la deuda acumulada. Han sido culpables los especuladores, que han puesto las desorbitadas ganancias por encima de todo, pero también un vecino, tú y yo, «nosotros cuando hemos comprado una casa sin poder llegar a pagarla también hemos contribuido a esta situación». «Todos hemos querido ganar, sacar el máximo rendimiento en el banco, todos hemos tenido un deseo demasiado ávido. Es verdad que mucha gente que está sufriendo no tiene la culpa –explica Xavier–, aunque todos nos hemos subido al festival del crédito. Claro que hay responsabilidades mayores y menores en esta crisis y yo, al bajarme el sueldo, no pido que la gente pague por lo que no ha hecho. Pido que ayudemos a los que lo están pasando mal».
Espera reunir más de 300.000 euros para ayudar a los demás y que su gesto sirva de ejemplo. Podemos ser sujetos de obras terribles, dice Novell, recordando sus clases de Pecado Original, pero también de obras magníficas.
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