Moscú

Asedio a Homs

Asedio a Homs
Asedio a Homslarazon

DAMASCO- Un día después de la visita del ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en Damasco se cree que una solución negociada al conflicto está sobre la mesa, a pesar de que la violencia sigue adelante. Los activistas sirios denunciaron ayer al menos medio centenar de muertos sólo en la ciudad de Homs, donde los Comités de Coordinación Locales aseguran que prosiguen los bombardeos del Ejército del presidente Bachar Al Asad, así como la represión violenta por parte de sus milicias.
El denominado Ejército Libre de Siria, formado por militares desertores y civiles que han tomado las armas, se ha hecho fuerte en Homs, donde el sitio web israelí «Debka» revelaba ayer que habría tropas británicas y qataríes, ayudando a los rebeldes, cuyos medios y capacidades militares son superiores. Realizarían, según la información, tareas de logística y equipamiento.

En la capital siria diversas fuentes se muestran convencidas de que los rebeldes están respaldados por los países occidentales y sobre todo Qatar, que ya ayudó a los rebeldes libios en su guerra contra el coronel Gadafi. Un periodista local, que prefiere mantener su anonimato, explicó a LA RAZÓN que hay muchas preguntas sin contestar en Homs, por ejemplo «¿de dónde vienen las armas, las municiones?». Pero mientras estas preguntas buscan respuesta, la población civil está pagando el precio. «Ni el Gobierno ni la oposición pueden ganar, y es la gente la que pierde», dice el destacado periodista de un diario independiente. «Tiene que haber un diálogo antes o después, porque el régimen no caerá fácilmente».

Desde Rusia, el primer ministro, Vladimir Putin, advirtió de las consecuencias «horribles» que desataría una intervención militar como en Libia. En plena campaña electoral para retomar la jefatura del Estado, Putin insistió en el diálogo entre las partes y cargó contra la injerencia de Occidente. En la misma idea ahondó el presidente ruso, Dimitri Medvedev, en una llamada telefónica que hizo ayer al primer ministro turco, Tayip Erdogan, según informó el Kremlin. Mientras la ONU lamentó que el veto de Rusia avive la represión de Asad y pidió que se proteja a la población civil.

«La lucha seguirá hasta el final»
Aunque el opaco régimen sirio no ha ofrecido detalles sobre una posible «hoja de ruta» que estaría dispuesto a aceptar, el ministro ruso dijo que Asad habría encargado a su vicepresidente, Faruk Al Sharaa, que abra los canales de comunicación con las demás fuerzas políticas sirias. Kadri Yamil, un político opositor tolerado por el régimen de Asad, explica a este diario que todas las partes deben hacer concesiones. «El régimen tiene que entender que debe repartir el poder, y la oposición tiene que aceptar sentarse a negociar, mientras que los movimientos populares deberían distanciarse de la acción armada». Yamil lidera el recién creado Partido de la Voluntad del Pueblo, nacido al calor de las simbólicas reformas puestas en práctica por Asad en los últimos meses.

Una de ellas es permitir que haya partidos políticos más allá del gubernamental Baaz, que gobierna Siria desde hace décadas, y que debería incluirse en la nueva Constitución, que se someterá a referéndum en breve. La nueva Carta Magna también debería contener el límite de los mandatos presidenciales y una nueva ley electoral. Según Yamil, «después del veto ruso y la exclusión de una intervención militar extranjera, hay más posibilidades para el diálogo», eso sí, con la mediación de Moscú, que parece ser la única que podría aceptar el régimen. El plan ruso no prevé que Asad deje el poder, condición irrenunciable para la oposición y que estaba incluida en el plan de paz elaborado por la Liga Árabe.

Este veterano izquierdista asegura que el régimen «no escuchó, no gestionó bien las cosas desde el primer momento», lo cual ha llevado a la militarización del conflicto. Para Yamil, los movimientos pacíficos, protagonistas de las protestas en marzo, tienen que ser el vínculo entre las partes. En Damasco, un hombre, que ofrece un nombre falso, asegura que la lucha no parará hasta acabar con Asad.