Roma
OPINIÓN: Una visita entrañable
El pasado 7 de noviembre fue un día memorable para el templo de la Sagrada Familia, pero lo fue también para la Obra Benéfico–Social del Nen Déu, cuya sede central visitó el Papa aquella misma tarde. Esta institución del Arzobispado de Barcelona es más que centenaria, ya que fue fundada en el año 1892. Se dedica especialmente a atender a personas con discapacidades de todas las edades. Desde el primer momento en que se concretó el programa de la visita, el Santo Padre deseó que la dedicación del templo de la Sagrada Familia se completara con la visita a una obra al servicio de las familias. Su presencia allí quería ser un reconocimiento tanto a ésta como a todas las instituciones que están al servicio de las familias, de la vida, de los enfermos, de los pobres y marginados.
La superiora de la comunidad de religiosas Franciscanas de los Sagrados Corazones, congregación que atiende esta obra desde su fundación, con sus palabras llegó al corazón del Papa y al de todos los presentes, sobre todo cuando dijo: «Los niños son el mayor tesoro, gracias a sus familias que han dicho sí a la vida. Gracias, Santo Padre, por venir a nuestra casa y por hacernos sentir que nuestro trabajo diario merece la pena». Después fueron los niños y niñas de la Obra quienes se dirigieron al Papa. En primer lugar fue María del Mar, que dijo: «Aunque somos diferentes, nuestro corazón ama como todos los corazones y queremos ser amados. Gracias a nuestros padres por el don de la vida y gracias a quienes nos cuidan cada día». A continuación Toni pidió al Santo Padre: «Rece por nosotros, para que sepamos ser amigos de Jesús, que amó a los niños y a los enfermos. Y os queremos pedir que nos llevéis siempre en vuestro corazón de padre. Ahora mis compañeros os cantarán una canción. A ver si os gusta». Fue una canción religiosa de Alemania, que el Papa siguió atentamente con una mirada llena de ternura.
«Quiero destacar –afirmó después el Santo Padre– que gracias al esfuerzo de ésta y de otras instituciones análogas se pone de manifiesto que, para el cristiano, todo hombre es un verdadero santuario de Dios, que ha de ser tratado con respeto y amor máximos, sobre todo cuando se encuentra necesitado. «Y por eso animaba a todos los presentes "a continuar socorriendo a los más pequeños y necesitados, dando lo mejor de vosotros mismos».
También quiso aprovechar la ocasión para recordar que «es imprescindible que los nuevos adelantos tecnológicos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y a la dignidad humana, de manera que los que padecen enfermedades o discapacidades psíquicas o físicas puedan siempre recibir aquel amor y atenciones que los hagan sentirse valorados como personas en sus necesidades concretas».
Durante este acto vimos a Benedicto XVI sonriente, acercándose a los niños y jóvenes y acariciándolos uno por uno, dándoles la mano, bendiciéndolos. Tres días después, ya en Roma, el Papa dedicó una buena parte de su catequesis de la audiencia general del miércoles 10 de noviembre a explicar su visita a la Obra del «Nen Déu». E hizo esta confidencia a los peregrinos: «Mientras estaba en Barcelona, recé intensamente por las familias, células vitales y esperanza de la sociedad y de la Iglesia. Y recordé también a cuantos sufren, especialmente en estos momentos de serias dificultades económicas». Nuestra diócesis tiene previsto unirse a estas intenciones y a esta plegaria del Santo Padre en la Eucaristía que, si Dios quiere, presidiré en la basílica de la Sagrada Familia el próximo sábado 18 de diciembre, para dar gracias a Dios por la visita del Papa y para rezar por todas las personas que trabajan al servicio de la familia y de la vida. Os invito a todos a que participéis en ella. De este modo nos prepararemos también para la próxima celebración de la Natividad del Señor.
Lluís MARTÍNEZ SISTACH, cardenal arzobispo de Barcelona
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