Crítica de cine
Viernes de la ira
El pasteleo al que nos está sometiendo el PSM en este proceso de listas empieza a resultar cansino. Y el hecho de que coincidan en un mismo día la convocatoria de un «viernes de la ira» y el intercambio de cromos resulta además peligroso. El mensaje que cala es que echarle un pulso a Tomás Gómez es gratis y encima te sales con la tuya. El hombre que ganó a Zapatero resulta que ahora es un cobardica y se arruga frente a un Secretario de Estado. Lissavetzky ha ganado porque ha conseguido colocar a dos fieles más en su lista. Gana dos puestos, aunque rebaja la expectativa de concejales: parece que no cuenta con sacar más de 16. Muy duro. Y gana porque a los dos que salen les ha conseguido un contrato de trabajo en Vallecas. Y de propina Óscar Iglesias, que Callao no quería ver ni en pintura, pero que al final se lo va a tragar Tomás Gómez en la Asamblea sentadito en su mismo grupo. Me alegro por Óscar. Es lo que hay. No esperen alta política. Colocar a los amigos y mover fichas. Es todo. Al final tenía razón Lissavetzky. Todo es un suflé.
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