Sevilla
Mujer preparada busca libro
Si es usted un hombre, mayor de 65 años, sin estudios y tiene en su mesilla de noche uno o dos libros, enhorabuena: pese a tenerlo todo en contra, pertenece a la mitad más esperanzadora de la estadística. Si es, por el contrario, mujer, menor de 65 años y con estudios secundarios o superiores, lo suyo es más normal.
Porque este último es el perfil medio del lector en España según el estudio sobre hábitos de lectura hecho público ayer por la Federeación de Gremios de Editores de España (FGEE). Parafraseando el título de la película de Barbet Schroeder, «Mujer, blanca, soltera, busca...», podría decirse que las editoriales saben cuál es su objetivo: «Mujer, madura, bien formada, lee...».
Acceder al mercado laboral
Antonio María Ávila, presidente de FGEE, explica a LA RAZÓN que el estudio, encargado desde hace once años a la firma Conecta Research & Consulting, acota más las edades: de hecho debería hablarse de mujeres mayores de 30 y menores de 55, pero la horquilla llega hasta los 65 y han decidido resumir las estadísticas en un perfil que retrate mejor a la lectora media. «Son chicas que empiezan a dejar de ser jóvenes y que han empezado a entrar en el mercado de trabajo», analiza con frialdad y sin ánimo de ofender a nadie el editor.
Una conocida escritora como es Ángela Vallvey no opina de forma muy diferente: «El sector femenino es y ha sido siempre fundamental en el libro. Efectivamente se trata de una mujer de mediana edad, que no es ya tan jovencita y que, sobre todo, lee ficción», asegura la autora de «El hombre del corazón negro» (su libro más reciente, en Destino) y comenta que «según mi experiencia, tengo la sensación de que los hombres, cumplida una determinada edad, no leen ni ficción ni nigún género. Se deciden directamente por el "Marca"».
Más optimista se muestra la novelista Matilde Asensi: «Conocía estos datos desde hace tiempo. 2010 no ha hecho sino confirmar una tendencia que ya resultaba evidente en años anteriores, de modo que no me ha sorprendido en absoluto». La autora, que ha publicado recientemente «Venganza en Sevilla» (Editorial Planeta), añade: «Lo que sí estoy es encantada con el número de lectores que tenemos en España.
En este momento podemos afirmar que nos encontramos dentro de la media europea, lo que nos aleja significativamente de aquellos tiempos en los que se afirmaba que éramos un país en el que no se leía. La diferencia de 9 puntos entre hombres y mujeres no me parece excesivamente importante. Podemos decir que las mujeres leen más pero no que los hombres no leen, puesto que un 52,2% sí lo hace».
Los datos se recaban cada cuatrimestre, y se cotejan y cruzan bienalmente para obtener conclusiones. «Al comienzo, en el primer año, aparecían muy empatados hombres y mujeres –explica el presidente de la entidad–, pero ya en el segundo empezó a decantarse un claro predominio de la mujer, que no ha parado de subir». Es curioso: las que no leen dicen que es «por falta de tiempo».
Ellos no se andan por las ramas: el 53% de los «no lectores» asegura que no les gusta y que prefieren emplear su tiempo en otras cosas. Ángela Vallvey conoce a escritores que no leen jamás una novela, aunque sí las escriben y comenta que «las mujeres seguimos estando pluriempleadas y seguramente leeríamos más de lo que lo hacemos si lleváramos otro tipo de vida».
En crecimiento
En los últimos cinco años el número de lectores creció en España un 7,3%, lo que significa que hay 1,5 millones más, un incremento que supera al de la población, que aumentó a un ritmo del 4,5%. Pese a todo, la cifra global de lectores habituales sigue siendo llamativamente baja: el 57% de la población. «Hay una relación contundente entre la lectura y no lectura y la formación: los países con los que nos comparamos habían alcanzado el 100% de escolarización antes de la I Guerra Mundial y con estadísticas de lectura enormes», explica Ávila.
«Nosotros no llegamos a ese punto hasta finales de los años 70 o principios de los 80», prosigue el presidente de la asociación de editores, y recuerda que la escolarización obligatoria hasta los 14 años no llegó hasta 1970, con la Ley Villar Palasí. Hay aún en nuestro país un tercio de la población que podría ser calificada de «analfabetos funcionales»: ciudadanos a los que abrir un libro les resulta una práctica tan ajena como viajar a la Luna.
Con todo, Ávila prefiere ver el vaso medio lleno: «Ya hay una generación nueva que ha pasado por el colegio, que es algo básico. Estamos mejorando gracias a eso».
Otros datos invitan al entusiasmo: el número de lectores frecuentes –quienes lo hacen al menos una vez a la semana– aumentó en los últimos cinco años en 2,3 millones de personas, hasta situarse en 17 millones. También hay más lectores de libros, 17,7 millones (un incremento del 15,3%). Pero no se olvida Ávila de lanzar avisos a quienes gobiernan: «En la situación actual, los primeros recortes con la restricción del gasto público no han sido a las cuarenta mil televisiones autonómicas, sino al dinero que reciben las bibliotecas».
Por géneros literarios, la novela histórica es la que manda, seguida de las aventuras entre los lectores masculinos, y la intriga, misterio y románticas entre las mujeres. No es un tópico, los datos lo confirman. «Como autora de novela histórica dentro del género de aventuras, estoy encantada con los resultados, como es lógico, pues en mi caso, ambos géneros coinciden», asegura Asensi, y matiza: «Hombres y mujeres tenemos gustos distintos en montones de cosas por lo que es normal que se produzca esta diferencia en la literatura.
Me parece muy bien que a unos les guste más algo que a otras y viceversa, sin que nada pueda ser considerado menor o menos bueno que lo demás. Cada uno lee lo que le gusta y toda literatura es respetable». Una opinión a la que se suma Antonio María Ávila: «Al final hay buena y mala literatura».
Ellos se manejan mejor con el e-book
Parece que los hombres llevan mejor la relación con internet y las nuevas tecnologías que las mujeres. Es más, si se tienen en cuenta todo tipo de soportes, no sólo libros (incluyendo periódicos, revistas, ordenadores, libros digitales, etc...), los hombres ganan a las mujeres: el 92,1% de la población masculina lee «algo» frente al 88,9% de la femenina. Un 83,5% de lectores practica aquello de consultar el periódico frente a 72,9% de lectoras, aunque en revistas ganan ellas: 54,7% frente a 42,9%.
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