Londres

Isabelle Huppert una superviviente en la jungla

Isabelle Huppert una superviviente en la jungla
Isabelle Huppert una superviviente en la junglalarazon

BERLÍN- Isabelle Huppert protagoniza lo que parece un episodio extremo de «Supervivientes» o «La isla de los famosos». En «Captive», una de las películas más esperadas de esta 67 edición de la Berlinale, el filipino Brillante Mendoza la ha invitado a perderse en la jungla, a sufrir calor, a soportar sanguijuelas y hormigas y a disparar un fusil, y todo ello sin brújula. «Teníamos un guión, pero cada día cambiaba. A Brillante le gusta meterte en una situación de caos absoluto», admitía Huppert. «La primera semana la pasamos en un barco. Nadie conocía a nadie. Nunca supe quién era actor y quién actor no profesional. Ni siquiera sabíamos a dónde nos dirigíamos. "Captive"es tan distinta de lo que he hecho nunca que está más allá de lo que entendemos por una película».

Terrorismo musulmán
Brillante Mendoza se ha inspirado en el secuestro del resort Dos Palmas, organizado por el grupo terrorista musulmán Abu Say-yaff en el 2001, para convertir al espectador en un rehén más. Los métodos del cineasta filipino le dan una urgencia y una intensidad inusitadas a los hechos que retrata, pero, como contrapartida, el resultado tiende a ser confuso e impaciente. Mendoza prescinde de elaborar la psicología de los personajes, porque, según Huppert, «lo que manda no es una idea sino un estado, sentir hambre, calor o desesperación. No estás creando un papel, porque tu trabajo es reaccionar a lo que te rodea». Lo que ocurre es que, en esa búsqueda de la emoción inmediata, la identificación se pierde por el camino: no importa qué rehén sea asesinado o maltratado, porque es uno más de la masa abstracta de sentimientos que maneja Mendoza. El director de «Kinatay» trabaja en un solo registro, el de la realidad que pega un grito pasado de decibelios. La histeria es su mejor amiga, vive en un permanente clímax dramático, y eso acaba por ser contraproducente.

Aunque ayer, en rueda de prensa, Mendoza se refería a «Captive» como «una película espiritual», es también un alegato político contra el estado de las cosas contemporáneo. Entre los terroristas musulmanes, que reivindican la independencia de la isla de Mindanao y exigen dinero para continuar su lucha, hay gente que se comporta con delicadeza. Por el contrario, el Gobierno filipino organiza los rescates como si fuera la viva encarnación del coronel Kurtz: si mata a un rehén en la operación, mala suerte. ¿Es la manera de posicionarse políticamente del señor Mendoza? «Yo sólo busco la verdad, aunque muchas veces vaya en contra de mis principios».

El gran espectáculo de la película es ver a Isabelle Huppert, que interpreta a una cooperante católica que cae en manos de los terroristas, como un pulpo en un garaje. Es de lo que se trata, por supuesto: siendo el único rostro famoso del reparto, «Captive» se transforma en un documental sobre su arte, sobre su manera de adaptarse al medio, sobre su resistencia a doblegarse ante lo que se espera de una actriz reputada en un entorno hostil. Cuando ayer le preguntaron sobre cómo preparaba sus personajes, contestó: «No pienso mucho, y menos en "Captive"». Huppert está por encima de las ideas, es puro genio.

Decepción por partida doble
Completan la sección oficial dos películas decepcionantes. Por un lado, la griega «Méteora» vincula misticismo con carnalidad en la crónica de la historia de amor entre dos monjes que viven en sendos monasterios colgados de una roca. Combinando secuencias de animación a partir de iconos ortodoxos con escenas contemplativas de la vida monástica, la cinta conecta el cielo (la espiritualidad) con la tierra (la materia) en un intento de construir una poética sobre los conflictos del alma. El resultado es muy amanerado: para aspirar a la trascendencia, no bastan unas cuantas liturgias y el sacrificio de una cabra. «Shadow Dancer» (en la imagen, el equipo de la película) aborda la cuestión del IRA con rigor y sentimiento hasta que en su último tercio tira por la borda sus logros, traicionando la lógica interna de sus personajes. Una voluntaria del IRA es arrestada tras un atentado frustrado en el metro de Londres. Un agente de los servicios de inteligencia británicos la recluta como espía ahorrándole 25 años de cárcel. La película explora los efectos de la ideología en la esfera familiar de un modo bastante eficaz hasta que se inventa una improbable historia de amor y una sorpresa final que dan al traste con sus hallazgos.