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Un Nobel para llorar

Naipaul tropieza en su nueva obra, «Mascara de África»

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Que Naipaul es un escritor incontestable nadie lo duda, pero con esta «Máscara de África» no parece haber tenido su momento más lúcido. De haberlo escrito un autor con otro apellido y diferentes laureles sería un libro más que aceptable, pero, rubricado por un premio Nobel, es sencillamente mediocre. Se trata de un cuaderno de campo sobre viajes por tierras africanas, sus industrias y azares, pero sin diseccionar la madeja de sus creencias ancestrales. Tal motivo le lleva a recalar, por segunda vez, en el continente para constatar la fragilidad humana –partiendo de la suya–. Es ahí donde mejor se hacen los deberes de este libro: en la lucidez de colocar su lente precisa sobre la levedad del «ser ajeno».

Salsa mal ligada
Sigue escribiendo con el mismo lirismo e idéntica mordacidad, pero nadie es genial todo el tiempo, y Naipaul no puede sustraerse a tal máxima. Se queda en arañazos someros de las regiones visitadas –Uganda, Ghana, Nigeria, Costa de Marfil y Suráfrica–, hasta el punto de que una se pregunta si algunos antropólogos no estarían más cualificados para tomar la ambiciosa instantánea que a él le sale borrosa.

No escribe sobre el continente con algo parecido a la «equidistancia», situándolo en el horizonte del «problema». Una salida demasiado urgente... ¿Dónde queda el metódico literato capaz de detectar un fraude? La textura del libro tampoco termina de cuajar, como si de una salsa mal ligada se tratara: las obviedades y el número de repeticiones se hacen insostenibles –¿trata de emular a Gertrude Stein o duda de la capacidad del lector para seguirle? No obstante, hay párrafos impagables que delatan el oficio de un grande en el último tercio del libro. Aunque en contadas ocasiones la prosa asciende camino de un «rompimiento de gloria» se queda sólo en intento. Incomprensible que Sir Vidiadhar Surajprasad Naipaul, a los 78 años, siga castigándose con viajes que, a todas luces, no desea. Como su padre, debe estar preocupado por lo que ve frente al espejo: ¿sigue ante el sabio Nobel autor de 30 libros aclamados durante medio siglo? No ha sido justo. Se la limitado a poner la plantilla de su ideario sobre la verdad de África para que le salieran las cuentas... Su escepticismo no deja lugar para la evocación. Retorciendo a JRJ: sería un canto menor del mayor, y lejano, del que pudo ser cercano.

Sobre el autor: Británico de origen triniteño y autor de «Los simuladores», fue galardonado con el Nobel por sus análisis del mundo colonial

Ideal para...: reconocer la turbulenta realidad de un continente que sigue apegado a su universo de paja y barro

Un defecto: La frase de Coetzee «Cuando Naipaul habla, nosotros escuchamos», aquí no es válida

Una virtud: Imbricar el reportaje histórico y el análisis social trufado con ficción autobiográfica

Puntuación: 5