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La discreción de los héroes por Alfonso Ussía
Se pasaron tres horas en el Congreso defendiendo la chorrada. Zapatero y Chacón. Que no, que nuestras tropas no fueron enviadas a la guerra de Afganistán porque en Afganistán no había guerra por ninguna parte. Que a lo sumo, un conflicto bélico. Y Llamazares asentía desde su escaño, porque su finura semántica coincidía con la de sus primos hermanos del Gobierno socialista. Una cosa es una guerra y otra muy diferente «un conflicto bélico», faltaría más. Es decir, que una cosa es fornicar y otra muy distinta, proceder a la fornicación. En el lenguaje «buenista» la voz «guerra» está prohibida, y ha sido sustituida por esa figura estúpida del «conflicto bélico», que es una manera de gastar más saliva para pronunciar «guerra».
Las Fuerzas Armadas se mantienen en el más alto nivel de efectividad con un presupuesto ridículo. Rubalcaba quiere reducirlo aún más. Y la razón es muy sencilla. Los militares conforman una de las instituciones más valoradas por los españoles. Se la están jugando dando la cara y su sangre por todos nosotros, a cambio de un sueldo humilde y un ejemplar desapego a las riquezas materiales. Representan a España con honor, y ese concepto, el de España, molesta sobremanera a las izquierdas, por mucho que algunos disimulen la molestia.
Nuestros soldados combaten, son heridos y mueren. Están en una guerra contra los talibanes afganos, lejos de España, olvidados por casi todos, cumpliendo con su deber y recibiendo, sólo de cuando en cuando, una compensación anímica, que nunca material. La compensación de la gratitud. Eso, la gratitud, es lo que hoy pretendo manifestar. Como español, como ciudadano de una nación libre y comprometida contra la ferocidad terrorista. No me confundo. Libramos, con otras Fuerzas internacionales, una guerra contra los talibanes, que es lo mismo que un conflicto bélico, digan lo que digan los chorras salientes.
Y en las guerras disparas y te disparan, hieres y te hieren, matas y te matan. Todo eso lo hacen nuestros militares en la lejanía y en silencio. Hoy he leído y releído la crónica de Diego Mazón. El legionario herido en el cuello que pidió mantenerse en su puesto. Su teniente que abandona su posición para atenderlo y le corta la hemorragia. Sus compañeros de sección que mantienen la posición con heroísmo. Eso, que aparece en las películas y que es la vida real y cotidiana de nuestros soldados. Gracias a todos ellos. Se lee en «El Legionario» el libreto fundacional de la Legión, y es válido para todos los militares de Tierra, Mar y Aire. «Desprecio al dinero». Amor a España. Todo por ella y por su gloria y por sus gentes. Desprecio al dinero. Si la muerte llega, que sea defendiéndola. No por intereses, sino por amor. Desprecio al dinero. En una sociedad sacudida por una corrupción insoportable , por la avaricia económica, por la apropiación del dinero de todos, por el robo de nuestros impuestos, por el derroche absurdo de la riqueza pública –Rubalcaba quiere rebajar el presupuesto de nuestras Fuerzas Armadas, ya escuálido–, emociona y alienta la esperanza saber que hay españoles capaces de morir, no sólo por España, sino por todos los sinvergüenzas desagradecidos que los desprecian, los humillan y los vejan. Para ellos no hay dintingos entre unos españoles y otros. Todos lo somos, y todos, por ello, merecemos sus sacrificios.
Infinita gratitud a nuestros militares. Profunda y emocionada.
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