Cataluña
San Sebastián aprende catalán
No fue una fiesta final con caras largas, como ha ocurrido en otras ocasiones. El jurado agradeció estos nueve días de atracones gastronómicos y fílmicos con un palmarés que, si bien no satisface todas las expectativas, robustece la imagen internacional del festival. Los hombres de Paskaljevic, presidente de los deliberantes, dejaron claro que la forma les interesaba aún más que el fondo y premiaron cintas con un contenido social evidente
Peter Mullan es una voz independiente con mucha personalidad al dirigir, pero también es un actor alabado por la industria, con el prestigio del británico la Concha se engrandece un poco más, aunque «Neds» encontró algunos peros entre la crítica.
Campechano y atento, Mullan volvió al País Vasco con una poblada barba blanca, exigencia de Steven Spielberg para el rodaje de «War house», que continúa en Inglaterra: «Me llamó mi productor al rodaje ayer, un día en el que estábamos filmando una de esas secuencias multitudinarias con más de mil personas. Me dijo que había ganado el premio, pero que era "top secret". Al llegar al set Spielberg vino corriendo y me felicitó en voz alta, delante de todo el mundo. Así que si se ha producido alguna filtración, yo no soy el responsable. Me recordó que había estado aquí en el 75 con "Tiburón", y que le encanta la ciudad», contó ayer de buen humor a la prensa.
Debuts exitosos
«Neds» viaja hasta los 70 para buscar distancia con un fenómeno que hoy preocupa tanto como entonces a las autoridades educativas y a los padres: el «bullying» y el violento mundo de las pandillas juveniles que en manada se sienten impunes. «Este filme refleja la baja autoestima de los jóvenes, espero que al verla duden de las instituciones que les presionan, y que se lo piensen dos veces antes de entrar en ese mundo de las pandillas que van por ahí acuchillando a la gente». Él, que sabe lo que es entrar por la puerta grande, pues logró el León de Oro de Venecia con su debut, «Las hermanas de la Magdalena», no deja crecer en exceso su vanidad con los galardones: «Es agradable tener premios, pero mucho más conseguir el favor del público. Si lo uno ayuda a lo otro, pues mejor». La calidez de Mullan se deja ver en apenas unos minutos de conversación, lo que no reflejan sus películas. «Neds» es violenta y dura, agresiva incluso en sus imágenes más poéticas porque viene de donde para él lo primero es la actuación. «Esta película se parece a "Las hermanas de la Magdalena"en que los actores no tienen experiencia y yo les dejo expresarse». Así lo confirma Connor McCarron, un novel que desde ayer puede presumir de lograr a la primera un premio de interpretación en un festival internacional: «Mullan es un tipo con los pies en el suelo, pero no le gusta imponer ni tiene un estilo duro. Una vez que empezamos a trabajar parecía que lo conocía de toda la vida». McCarron confía en que el galardón le ayude a continuar en el mundillo del cine. Mullan también se deshace en elogios: «Connor contestó a un anuncio del periódico, como otros trescientos chavales. Mi hermano, que se ocupaba del casting, vio que destacaba desde el primer momento. En el rodaje no me gusta imponer, prefiero confiar en ellos y dejarles que se expresen. Con Connor fue realmente fácil porque es muy bueno».
Especialmente expansivos, y con una sonrisa perenne incontenible, comparecieron Jordi Cadena y Judit Colell, que recibieron el Premio Especial del Jurado gracias a «Elisa K». Otras dos películas producidas en Cataluña se fueron a casa con premio, así que la pregunta sobre el auge del cine en aquella región era obligada: «En Cataluña abunda el cine de autor por la poca presión que tenemos para hacer taquilla, lo que hace sentirnos muy libres. Estamos mal acostumbrados por los excesos del cine norteamericano. Hay cosas que hace unos años veíamos con tranquilidad y que ahora no se estrenan», comenta Colell. El filme aborda la violación de una niña, que olvida el incidente hasta bastantes años después. «Esperemos que la película ayude a que, por lo menos, los que intentan pasar por el tema de los abusos sexuales de puntillas, sientan vergüenza», continúa la directora.
Un certamen para cinéfilos
El componente experimental de la cinta es muy alto, con una mitad en blanco y negro, otra en color, con una mirada muy distanciada, una voz en «off» enfática y literaria, es decir, emparenta con un festival que en los últimos tiempos mira más a los cinéfilos que a las estrellas. Ellos lo agradecen: «Nos sentimos cómodos con la sección oficial que se ha hecho este año porque corresponde con el tipo de cine que hacemos nosotros».
Desde Cataluña voló también Nora Navas, protagonista de «Pan negro», de Agustí Villaronga, un filme sobre la posguerra con una fotografía espectacular y una interpretación coral memorable. Navas, radiante, reconoce que «nos fuimos con la sensación de que volveríamos a por uno de los grandes premios porque el filme había gustado mucho». No le falta razón a la actriz, pues las quinielas le situaban en lo más alto. «Aita», de un realizador vasco, pero con producción catalana, obtuvo el premio a la mejor fotografía.
Se recoge la alfombra roja del Kursaal con la incertidumbre de cómo será el giro de la muestra con su nuevo director, José Luis Rebordinos, y las presiones del Ministerio de Cultura para caminar en otra dirección. Lo curioso es que en un festival tan experimental formalmente los temas más repetidos han sido la familia y las complejas relaciones entre sus miembros. Con abundantes casos de alzhéimer y un buen número de niños correteando en los planos con papeles principales. Paradojas.
Los premios: café para todos
Llegaron los galardones y la que pasará a la historia será la Concha de Oro. En un festival sin quiniela de favoritos, quizá asombre que el gordo de la rifa haya caído en «Neds», iniciales de «No educadas y delincuentes», cuyo autor es el antiguo actor fetiche de Ken Loach, Peter Mullan. Película minuciosa en su planteamiento, muestra una educación religiosa típica y tópica, y retrata a una generación de inútiles y violentos, aunque después se le va de las manos hacia un cierto desorden frenético. En realidad, el nivel de confusión resulta hasta divertido, porque el filme también se ha hecho con premio para el actor. Resulta triste que la mejor película vista, «Pan negro», merecedora de la Concha de Oro, vuelva a casa con sólo una distinción a la mejor actriz para Nora Navas. La necesidad del jurado de premiar cintas sin orden ni concierto llega este año a extremos absurdos. Decir que Raúl Ruiz es el mejor director y que el mejor guión se lo merece la película noruega es para expulsar al jurado. Menos mal que el cine español ha sido tres veces distingudo: premiar la fotografía de «Aita» parece un pago de cuota al cine vasco. Y el de «Elisa K», al cine catalán. Esta 58 edición significa el final del trabajo de un director, magnífico tipo, Mikel Olaciregui. El año que viene lo serán un amigo, José Luis Rebordinos, magnífico director del de Terror San Sebastián.
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