Londres

Hallado muerto el periodista que destapó las escuchas

Sería un maravilloso capítulo de novela negra, un matiz incluso que los lectores podrían encontrar algo rebuscado para la historia, pero los hechos son los hechos y aquí la realidad supera la ficción.

El «premier», David Cameron, ayer en Pretoria
El «premier», David Cameron, ayer en Pretorialarazon

El periodista Sean Hoare, el primero que relacionó a Andy Coulson –ex jefe de prensa de David Cameron– con las escuchas ilegales del «News of the World» fue ayer hallado muerto en su casa de Watford, (sureste de Londres).
La Policía no confirmó la identidad del fallecido y se limitó a considerar la muerte como «sin aclarar», pero no se cree que sea «sospechosa». «Las investigaciones sobre el incidente están en marcha», decía un comunicado recogido por «The Guardian».
Aunque en un principio se descartan el asesinato y el suicidio, la figura de Hoare es bastante significativa en todo el entramado. Y su muerte ocupó ayer las portadas de los digitales. El periodista trabajó con Coulson en «The Sun» y en el dominical durante largo tiempo, pero fue despedido en 2009 por sus problemas con las drogas y el alcohol. Su discurso con respecto al escándalo nunca dejó indiferente a nadie. Hace poco relató a «The New York Times» que durante su etapa en el diario, las escuchas de los mensajes de voz de teléfonos ajenos eran una práctica habitual. «Coulson me instó activamente a hacerlo», dijo. «Que ahora Andy venga diciendo que no estaba al tanto de ello son gilipolleces». El ex responsable de prensa de Cameron siempre ha defendido que nunca supo de estas técnicas.
Quizás Hoare podría haber sido llamado a testificar contra su ex jefe, pero ahora es demasiado tarde o quizás demasiado pronto para empezar a escuchar todo tipo de elucubraciones.
La historia que se va construyendo día tras día no está dejando en buen lugar a los lugartenientes del magnate australiano y tampoco a Cameron. El «premier» pensaba que su viaje a Suráfrica para potenciar las relaciones comerciales entre ambos países le iba a dar un respiro, pero nada más lejos de la realidad. El «tory» está claramente acorralado con todo lo que está aconteciendo, y ayer ni los miles de kilómetros que le separaban de Londres fueron suficientes para que su nombre dejara de sonar en la «escena del crimen».
La Prensa ya no es la única que le pone en evidencia. El propio Paul Stephenson, que el domingo renunció como responsable de Scotland Yard, también dejó una puerta abierta a la crítica al insinuar sin muchos tapujos que su comentada relación con Neil Wallis, un ex subdirector del dominical que estuvo trabajando como asesor de la Policía, es menos grave que la que mantenía el «premier» con Andy Coulson.
Los puñales lanzados por Stephenson durante su despedida fueron ayer recogidos por Ed Miliband, jefe de la oposición laborista, que no tuvo escrúpulos en pedir al «premier» que se disculpara por sus acciones.
Sin duda, la posición de Cameron es complicada porque está más manchado de fango de lo que se pensaba en un principio. Hay demasiadas facturas de cafés e invitaciones a su casa de campo que ahora evidencian sus amistades peligrosas.
A pesar de que hoy no estará en la Cámara de los Comunes para escuchar a Rebekah Brooks, a Murdoch y a su hijo James, al «premier» no le ha quedado más remedio que regresar a Londres para ampliar un día más las sesiones en el Parlamento antes del cierre por vacaciones. Mañana estará en Westminster para debatir el asunto. Eso sí, en la agenda no habrá «preguntas al primer ministro» como marca la tradición.

Cae el «número dos» de la Policía
El subcomisario jefe de la Policía Metropolitana de Londres, John Yates, dimitió ayer por el caso de las escuchas ilegales, un día después de que lo hiciera su jefe, Paul Stephenson. Yates estuvo a cargo de la primera investigación policial de los pinchazos telefónicos, iniciada en 2006, pero en 2009 la dio por cerrada y consideró que no era necesario reabrir la pesquisa. La posición de Yates era insostenible tras la dimisión de su jefe.