Brasil
Madera líquida la alternativa verde al plástico
Dos científicos alemanes logran el Premio Inventores Europeos del Año 2010 gracias a Arboform, un material con el que diseñan piezas de automóviles y de relojes, juguetes, altavoces, muebles e incluso ataúdes.
Su aspecto explica su procedencia o al menos la de uno de los materiales básicos: la lignina, una sustancia presente en el tronco de los árboles que une las fibras celulosas de la madera como si de un pegamento se tratara. Su gran manejabilidad se debe a la combinación de este elemento –que hace que el papel se vuelva amarillo con el tiempo por su exposición al aire y a la luz natural– con resinas, fibras, ceras y aditivos naturales. El resultado final es Arboform, una masa que puede procesarse como cualquier material termoplástico con máquinas de inyección. En la actualidad, con este material con aspecto de madera se fabrican piezas de automóviles, de relojes y de calzado, juguetes, altavoces de diseño, «tees» de golf y muebles, como los ataúdes. El bioplástico se puede moldear con una precisión mayor incluso que la de los polímeros tradicionales. Esta alternativa verde hecha de «madera líquida» ha convertido a los investigadores alemanes Jürgen Pfitzer y Helmut Nägale, del Instituto Fraunhofer de Tecnología Química (ICT), en los Inventores Europeos del Año 2010 en la categoría «Pymes/Investigación», unos premios promovidos por el Foro Europeo de Patentes y la CE, en cuya organización, celebrada recientemente, ha colaborado la Oficina Española de Patentes y Marcas.ProcesoPfitzer y Nägale comenzaron a idear esta patente en 1992, tras asistir a la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro (Brasil). Una vez de vuelta, los científicos se empeñaron en patentar un producto verde y la lignina se presentó como una inspiración para ellos, en 1996, mientras estaban trabajando en el ICT. En 1998 presentaron la patente, que fue aprobada en el transcurso de dos o tres años. «El proceso utiliza poca energía en comparación con los componentes convencionales. La fase de la mezcla y el granulaje está libre de emisiones de CO2», explica a este semanario Jürgen Pfitzer.La industria papelera produce 60 millones de toneladas de lignina al año. Las especies arbóreas con menos lignina son las coníferas y las que más tienen las frondosas, como explican desde el Colegio de Ingenieros Técnicos Forestales. «De la madera, una vez separadas las fibras, se obtiene un 20 por ciento de hemicelulosas y un 30 por ciento de lignina (en peso)», explica Carlos Reinoso, director general de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel). Pero no es un desperdicio, ya que, aunque a través de un proceso químico se retira la lignina para obtener papel blanco, ésta, una vez separada de la pasta, se quema y la fábrica produce su propia energía. Después, las plantas de celulosa valorizan energéticamente esta sustancia «de 27 megajulios por kilogramo de poder calorífico (el petróleo tiene 42 y un carbón medio, 27), permitiendo cubrir casi el cien por cien de sus necesidades energéticas y logrando así un circuito cerrado», destaca Reinoso. De modo que, según este experto, «no hay sobrantes de lignina en el mercado actual. Si se le da un nuevo uso que conlleva un valor añadido y sale rentable sería una opción. Pero hoy, en España, salvo un fabricante de celulosa que vende esta sustancia a una filial, sólo se quema». Como en el resto del mundo. «El 90 por ciento de la lignina se quema y una pequeña cantidad se usa para la elaboración de cemento», afirma Pfitzer. Los inventores vieron la posibilidad de utilizar este material para otros usos y que una pequeña parte de la energía de las fábricas se produjera con otras fuentes, como la fotovoltaica, por ejemplo. Y se pusieron manos a la obra. El resultado: «un material de calidad y con un buen balance de CO2, que se degrada con las bacterias en el suelo y una intensa radiación ultravioleta», precisa el inventor Tras el hallazgo, desde el Instituto se propuso a los investigadores la creación de una empresa que comercializara la invención de su equipo. Dicho y hecho, la compañía se llama Tecnaro, y tiene 14 empleados. Y si la rentabilidad para que las fábricas de celulosa decidan vender parte de su lignina a otros usos en vez de quemarla es importante, también lo es que cueste menos que los otros materiales que hay en el mercado. Y según Tecnaro, mientras los plásticos convencionales cuestan de uno a cinco euros por kilo, «el precio de Arborom están entre 2,5 y cuatro euros por kilo», explica Pfitzer. Y entre las compañías que ya utilizan este material: «el grupo Gucci y proveedores de Porsche, entre otros», añade. Hoy, Tecnaro ha multiplicado por cinco las ventas entre 2005 y 2009. Sólo durante el año pasado la empresa produjo 275 toneladas de Arboform.Alemania, líder en patentesCon esta idea y con el resto de las patentes de los finalistas, Europa muestra que, aunque EE UU y China estén tomando en cierto modo el testigo de la innovación verde, las mentes del viejo continente siguen renovándose en este reto en el que competir al máximo nivel resulta esencial para la economía y por ende para los puestos de trabajo. Y Alemania sigue siendo el país europeo con más patentes verdes.
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