PSOE
La defunción del socialismo por Agustín de Grado
El 20-N ha certificado la defunción del socialismo como modelo capaz de garantizar desarrollo y bienestar para todos. No escarmentamos con González, nos dejamos seducir por la sonrisa fácil y el verbo hueco de Zapatero y hemos acabado tropezando en la misma piedra. Con el paro por encima del 20 por ciento, las arcas vacías y España otra vez en la ruina. Nada nuevo. El socialismo siempre goza de crédito hasta que la realidad descubre lo que esconde: miseria en su ficticio país de las maravillas. Pero esta vez la derrota del PSOE tiene otra dimensión, más allá de la urgencia política que le condena a buscar un nuevo liderazgo para una clientela famélica. Son sus fundamentos ideológicos los que la mayoría ha impugnado con un resultado histórico.
Pronunciamiento claro, rotundo, que ni las campañas del miedo ni la demagogia más burda han evitado. España ha acabado hasta el gorro de esos vendedores de crecepelo que prometen derechos sin obligaciones, bienestar sin esfuerzo, subsidios sin trabajo, gratuidad sin coste y libertad sin responsabilidad individual. Es la transformación socio-cultural que late junto a la corriente que ha sepultado al PSOE. Una mayoría que con el voto al PP, a UPyD, a CiU se sacude la superioridad moral de la izquierda, repudia sus camelos y marca el camino para salir de una crisis que no es sólo financiera y tiene al cambio político como condición necesaria, aunque no suficiente.
El que se haga notar precisamente en una encrucijada histórica para la que el PSOE más extremista de los últimos años sólo ha ofrecido soflamas clasistas, paternalismo estatal y simpatías por la calle vociferante, es síntoma de los nuevos tiempos. Así que ya sabe el camino que tiene que desandar el PSOE si pretende recuperarse como la gran alternativa de la izquierda democrática.
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