Artistas
Motivos de esperanza por Antonio PÉREZ HENARES
La tendencia general en el medioambiente es la catástrofe. Si repasáramos la hemerotecas de hace 30 o 40 años comprobaríamos que a un buen número de especies se las daba casi por desaparecidas para este nuevo siglo del que ya llevamos más de diez años cumplidos. Y, en efecto, las perspectivas no eran nada buenas entonces. Pero será justo reconocer y hasta felicitarnos porque hoy, con todos los peros que quieran, la situación ha mejorado sustancialmente. Miren si no algunas situaciones: las grullas cada vez nos visitan en mayor número, el lobo ha aumentado poblaciones y recolonizado antiguos territorios y de los buitres, qué decir. El quebrantahuesos, con todo lo delicado todavía de su población, ya no está en aquellas exiguas parejas que podían contarse con los dedos de las manos y tanto el negro como el leonado han experimentado aumentos espectaculares y hasta excesivos en este último caso. La situación de las rapaces es indudablemente mejor, incluso del águila imperial. Nutrias y otros mustélidos se han vuelto abundantes en determinados lugares. Hasta el lince, aunque con tremendas dificultades, tras décadas de declive avanza poco a poco. En resumen, que la fauna española se ha ido recuperando en estas décadas.
Con ello nadie quiere decir que todo está hecho ni que haya que bajar la guardia. Pero trasmitir a la población que la protección y el respeto obtienen frutos es una manera de alentarlos a continuar con su esfuerzo y su labor. Sé que no es la tendencia general. Hay quien supone que clamar por el apocalipsis es la manera mejor de que la gente se conjure para evitarlo. Incluso existe quien entiende que es mejor ocultar los datos positivos para que no se relajen las actitudes. A mí me parece que la verdad siempre hay que decirla y que la mentira, por muy bienintencionada que sea, acaba siendo perniciosa. Además de mentira.
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