Afganistán
Carta de un soldado por Alfonso Ussía
He recibido en un sobre blanco la carta que a continuación transcribo. Lo del sobre blanco carece de toda importancia. En un sobre amarillo, o verde, o sepia, el contendido del mensaje mantiene todo su valor. En su texto se aprecia una educadísima decepción por haber sido objeto de una descortesía. No va dirigida ni a usted ni a mí, sino a los señores políticos, y dice así: «Estimados señores políticos: soy un soldado español que todos los años desfila, si no con mi presencia, sí con el corazón, en este día de nuestra Fiesta Nacional. Este año, como no podía ser menos, y a pesar de los recortes (desfilar con el corazón es gratis), también he desfilado por el Paseo de la Castellana, feliz por sentirme arropado por mis conciudadanos. Pero al llegar a la tribuna de autoridades y volver mi vista a la derecha, he visto apenado muchos huecos entre los presidentes autonómicos, diputados y senadores sin distinción de partidos políticos. Y no sólo apenado, sino también ofendido, y me imagino que alguno de ustedes tendrá la curiosidad de saber los motivos de la tristeza y la ofensa.
Porque son ustedes los que me llaman cuando arde el monte, cuando una riada causa estragos, o cualquier otra desgracia en la que sea necesaria, para paliarla, mi presencia, mi esfuerzo y mis conocimientos. Porque son ustedes los que, con el sólo gesto de pulsar un botón en el Parlamento, deciden que vaya a jugarme la vida por España en Afganistán, Kosovo, Líbano o cualquier otro destino, y algunas veces la pierda. Porque son ustedes los que esperan que en caso de necesidad –(ojalá no la haya nunca)–, yo esté preparado para darlo todo en defensa de mi país y mis conciudadanos, incluso la vida. ¿Les parecen a ustedes suficientes motivos? Algunos de ustedes han alegado problemas de agenda, otros que ésta no era su Fiesta… pero cuando ustedes me llaman y reclaman y me ordenan, yo no miro mi agenda ni compruebo si para mí es fiesta o no. Simplemente voy.
Ustedes me piden que dé la vida, si fuera necesario, a cambio de un sueldo irrisorio para lo que se espera de mí, de mi vocación de servicio y de mi amor a España, y yo en cambio sólo les pido una hora de su tiempo, sólo una hora cada año, para que demuestren respeto y reconocimiento por mi labor. Es una pena que ustedes, que dicen representar al pueblo, no estén a la altura de ese pueblo, que sí sabe reconocer y agradecer mi esfuerzo y dedicación. Pero estén ustedes tranquilos. Cuando, si fuera necesario, me llamen para colaborar en la solución humana de cualquier estrago, o para que me separe de mi familia para ir a un país lejano a ponerme delante de las balas que no son mías, allí estaré, no por ustedes, sino por mis conciudadanos.
Hoy era mi fiesta, nuestra Fiesta, y ustedes no han estado ahí. Así, que con el debido respeto …¡¡¡que los zurzan!!! Por cierto, yo, como militar, como todos mis compañeros, he recortado un 65% el gasto del desfile de la Fiesta Nacional en atención a la grave situación que atravesamos. No lo espero de quienes nos tratan con tanta distancia como falta de afecto y cariño. No lo espero de quienes siempre que pueden reducen el presupuesto de nuestra Defensa en beneficio de otras partidas absolutamente innecesarias. No lo espero de quienes siguen confundiendo el amor a España y la defensa de los españoles como una nostalgia del pasado. No lo espero, pero sería de agradecer que también se aplicaran el cuento y el descuento. No lo espero, pero no me resisto a recordárselo».
Por la transcripción…
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