Un médico que no tiene cura

Irascible, mordaz, poseedor de una sinceridad que emparenta directamente con la mala educación... Con estas credenciales, no es de extrañar que el Doctor House termine en la cárcel. Allí se lo encontrarán los telespectadores en el inicio de la octava temporada. Después de que estrellase su coche contra la casa de Cuddy, mujer que ya ha desaparecido de su vida, House está en prisión. Quedan pocos días para que recupere su libertad, pero no van a ser nada fáciles. Poseedor de dosis de vicodina, recibe constantes amenazas de uno de los reclusos, que promete que se lo va a hacer pasar muy mal cuando salga de la penitenciaría, algo que va a suceder, ya que han cambiado mucho las cosas en el Princeton Plainsboro. House se tendrá que adaptar a una nueva cadena de mando y también a un nuevo equipo de trabajo, con el que tendrá más de un roce y salpicará sus relaciones de trabajo de las impertinencias marca de la casa.

Ya en su octava temporada, la clave del éxito de «House» es la ácida interpretación del británico Hugh Laurie, uno de los protagonistas de «Los amigos de Peter», de Kenneth Branagh. En unas recientes declaraciones, Laurie dio en el clavo al decir que su personaje es un náufrago emocional que «no le da mucha importancia a la felicidad; sólo es capaz de vivir momentos de gozo y siempre por razones profesionales». Dicho esto, parece que en esta temporada House esquivará una vez más el amor.