Convención del PP

Rajoy presume de una campaña sin golpes bajos

En Valladolid Mariano Rajoy hizo ayer buen uso del dossier que su gabinete le prepara para cada uno de sus actos públicos con los datos del lugar que visita. Abrumó con referencias a las cosas de casa y a la militancia la obsequió con dos promesas electorales.

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Una más en serio, la de que creará un Ministerio de Agricultura en cuanto llegue al Gobierno; la otra, con fuerte carga irónica, la de que habría que prohibir que en las campañas electorales se insulte. Ésa fue la percha sobre la que desplegó la bandera del juego limpio frente a sus adversarios. Después de una semana callando ante los dardos que le han lanzado desde las filas socialistas, y haciendo además oídos sordos a los comentarios que su silencio provocaban en un sector de su partido, Rajoy se siente ahora legitimado para presumir del «fair-play». «Otros centran la campaña en la división y la discordia; nosotros en la gestión ante los españoles, en la unidad y en la concordia. Otros se centran en el golpe bajo; nosotros en la mirada larga», defendió.

En clave más programática, el líder popular se permitió la licencia de dar un tirón de orejas a todas las administraciones públicas por no pagar en tiempo y forma a los proveedores. Aquí en este tema ningún partido está limpio de pecado, pero Rajoy lo que hizo fue utilizar el recurso de poner como ejemplo la gestión de la comunidad que le acogía y de ahí ya disparar a nivel nacional. En el pulso paralelo en clave «generales» que él intenta mantener vivo con el PSOE, el atril de la campaña del 22-M le sirvió ayer para proclamar que el debate de futuro no es el de los recortes, sino el de qué hay que hacer para mejorar el crecimiento económico y crear empleo. «Ése es el debate importante de verdad, y todas las administraciones públicas pueden hacer algo para dar la batalla», sentenció.

Como ejemplo citó la propuesta de que los ayuntamientos paguen cuando corresponde a sus proveedores, «porque así estarán ayudando a que pequeñas empresas no sólo no cierren, sino que incluso puedan seguir ampliando sus plantillas». Él no lo dijo, lógicamente, pero este tirón de orejas a nivel local afecta tanto a administraciones socialistas como del PP, ya que en ambos casos la crisis está provocando que se hagan trampas en el mismo solitario. El líder popular pasó por Castilla-León con el discurso de trámite que mejor se ajusta a una comunidad autónoma en la que el PP no tiene problemas para revalidar su mayoría absoluta y en la que a lo más que aspira es a recuperar algunas plazas municipales, sin que tampoco le vaya la vida en ello. Para cumplir con la protocolaria visita se envolvió en el recurso de confrontar al PP con su adversario político.