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No somos iguales ante la ley por Enrique Miguel RODRÍGUEZ
Eso parece desprenderse de las más de 30 horas de interrogatorio a que fue sometido Iñaki Urdangarín por parte del juez Castro, fiscales, abogados de la acusación popular, de otros imputados e incluso su defensor. Cualquier persona que empieza a declarar a las 9 de la mañana y termina a las 4 de la madrugada, teniendo en cuenta que las preguntas no van a ser precisamente cariñosas, no creo que esté en condiciones de responder adecuadamente. No tengo la menor duda de que si un etarra o criminal parecido hubiese sido sometido a semejante trato, estaríamos hoy oyendo que hubo una especie de tortura psicológica, un abuso de poder. Hay muchas columnas en los periódicos, en las que no queda ninguna duda de que, si el imputado pasa a ser acusado y posteriormente condenado de acuerdo a la ley, les parecerá muy bien. Pero que con el actual imputado se actúe de forma legal, fuera y dentro de los juzgados. Este caso se ha convertido en el mayor espectáculo del mundo a tres pistas, prensa, radio y televisión. Algunos y algunas, quizás más las algunas, dan opiniones o hacen afirmaciones, practicando lo que yo llamo prevaricación informativa, porque a sabiendas de que no se ajusta a la verdad lo que proclaman, lo hacen para crear mayor morbo y demagogia. Ejemplos: «Para decir esto mejor que no hubiera venido», atribuido al juez Castro. Con la ley en la mano, un juez, y más con el prestigio del citado, sabe que un imputado tiene hasta el derecho de no contestar y de hacerlo como crea conveniente y en ningún caso está obligado por ley a autoinculparse. Supongo que después de 500 preguntas tendrá el señor Castro una idea bastante exacta de lo que tiene que hacer. Otros llaman siempre a Urdangarín el acusado, adelantándose a que esta posibilidad se produzca. A otras en plan demagogia a gogó se les abren las carnes pensando en el dinero que le pagamos a través de la Casa Real al duque, a sabiendas de que las cuentas reales están a la vista de todos en la página web, donde Iñaki no tiene ni ha tenido ninguna asignación. Su esposa, la Infanta Doña Cristina, según los actos que presida representando a la corona, tiene una asignación que en el último año no llegó a los 50.000 euros. Repito, me adhiero a lo que recientemente dijo el Rey, para juzgar, absolver o condenar están los jueces. Dejémosles que hagan su trabajo.
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