España

OPINIÓN: Mucho «sentidiño» común

OPINIÓN: Mucho «sentidiño» común
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Hace treinta años nacía el Parlamento de Galicia. Una exposición abierta hace poco en el recinto que aloja a la Cámara recuerda aquellos primeros pasos de la autonomía, y el protagonismo de los hombres y mujeres que hicieron posible el sueño del autogobierno. Entre ellos aparece la figura veterana del presidente Xerardo Fernández Albor, que llevaba consigo una larga experiencia humanista, y a su lado el diputado más joven de aquella legislatura inaugural. Su nombre: Mariano Rajoy.

Podemos decir que Mariano Rajoy participó en el nacimiento de una democracia, privilegio que está reservado a muy pocos. Desde los incómodos escaños habilitados apresuradamente en el Pazo de Xelmírez oyó de boca del presidente un concepto muy reiterado en aquella encrucijada apasionante y difícil. Cuando la frágil autonomía parecía zozobrar, cuando las posiciones parecían más encontradas, cuando el Gobierno se enfrentaba con escollos que se antojaban insalvables, Fernández Albor apelaba al «sentidiño», una versión galaica del sentido común. Parecía poca cosa, una pauta demasiado simple para gobernar, y sin embargo con ella la autonomía consiguió superar las turbulencias para transformarse en un punto de encuentro de todos los gallegos.

Creo que aquella experiencia marcó la personalidad humana y politica de Mariano Rajoy. Ese punto de apoyo capaz de unir a un país en torno a ilusiones comunes, se encuentra en el «sentidiño». Se equivocan los que asocian los grandes liderazgos con la improvisación, la aventura o la extravagancia. Las sociedades asentadas como la nuestra no necesitan el sobresalto del prestidigitador, sino el sentido común del dirigente capaz de sentir el latido profundo de su pueblo.

Mariano Rajoy lo tiene. El suyo es el carisma tranquilo. Es una virtud producto de su carácter, y también de ese temprano aprendizaje político que se produjo hace treinta años en su tierra y que acrecentó durante tres décadas y que hoy le acreditan como el político en activo con más experiencia política y de gobierno. Es la mejor oferta que puede hacerse en el nuevo capítulo que se abre de la historia de España.