Cantabria
Juntos hasta el final
Chris Froome ha elegido el camino corto para intentar ganar la Vuelta. El africano dejó pasar el viernes las dos subidas al puerto del Vivero sin moverse. Sólo en el último kilómetro intentó atacar. Ayer le sucedió lo mismo en la subida a Urkiola. No atacó. Las fuerzas están justas y Cobo le vigila, no se separa de él porque sabe que a la sombra de Froome encontrará la victoria definitiva en la Vuelta.
Las cuestas se han acabado, pero al africano del Sky le queda otra vía, un esfuerzo menos continuado que puede ser más rentable, las bonificaciones. Y a eso se aplica. Necesita encontrar segundos y los busca incluso donde no los hay. Froome tenía prisa y esprintó en la pancarta de 20 kilómetros para el final. Cobo, por si acaso, se fue detrás. Tranquilo, con la cabeza alta.
El africano la llevaba hundida en el manillar. Necesitaba toda su fuerza sobre los pedales. O eso creía. El esprint, que en principio no estaba previsto en el libro de ruta,
esperaba tres kilómetros después. «Se ha liado», explicaba Cobo. «Yo iba a su rueda y pensaba que era un ataque para sorprender desde lejos. Cuando le he dicho que ése no era el esprint se ha sorprendido».
Cuando se pasó de verdad por la pancarta bonificada, Barredo y Sastre ya estaban por delante. Los dos segundos que sobraban se los quedó Wiggins. A Sastre le agradeció el trabajo su director, Josean Fernández Matxin: «Es un gran corredor y un gran profesional. Ha sido un gran capitán en carrera». Ese esprint era la última oportunidad para Froome de robar segundos ayer. Hoy tendrá dos más que a Cobo le tienen intranquilo.
Al «Bisonte» le gustaría disfrutar tranquilamente del paseo por las calles de Madrid. Pero no habrá fiesta, no habrá brindis con champán en la carrera, no habrá sonrisas encima de la bici. El corredor del Geox todavía no quiere afirmar que la Vuelta es suya, aunque ayer ofreciera la conferencia de prensa que tradicionalmente pertenece al ganador el día antes de llegar a Madrid. Pero él es sólo el líder.
«Estoy cerca, pero matemáticamente no soy el ganador», asume. Tiene 13 segundos de ventaja, pero Froome podría conseguir hasta 32 en la etapa de hoy. Aunque para eso tendría que ganar la etapa. Y Cobo tiene aliados, como los esprinters y, especialmente, Mollema y Purito, que llegan al último día empatados en la general por puntos. «Eso me da tranquilidad», reconoce. «Y también van a disputarlos compañeros míos». Cobo respiró tranquilo ayer después de subir el Urkiola. Era la última montaña de la Vuelta. «He soltado tensión tras pasarlo. Al ver que no arrancaba e íbamos todos juntos he ido más relajado», explica. Con el paso de los días, Cobo ha aprendido a gestionar la tensión. Admite que su peor día fue en Sierra Nevada, pero eso era al comienzo de la Vuelta, en la cuarta etapa. Después de vestirse de líder en el Angliru ya ha pasado lo peor, las dos etapas de Cantabria y las dos del País Vasco.
Ahora le quedan las trampas, los esprints especiales. No pasaba algo parecido en el circuito de San Isidro desde aquella Vuelta de 1984 que Alberto Fernández perdió por seis segundos ante Eric Caritoux. Los ataques del español en la Castellana de nada sirvieron. Y eso espera Cobo que suceda hoy. «No sé si en su lugar lucharía por la Vuelta, pero está en su derecho. Es un día más, una etapa más y por qué no la iba a disputar», insiste el líder. Todavía no es el ganador. Pero lo parece.
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