Están crecidos por Alfonso Merlos

A la griega. Está decidido. Irresponsable y antipatrióticamente decidido. El problema de España no es, como sostienen las atolondradas juventudes socialistas, que el gobierno pretenda confundir a los ciudadanos y desacreditar al principal partido de la oposición. Para bien o para mal, es el PSOE el que atraviesa un penoso momento de confusión y descrédito. Ahí están los resultados electorales y la demoscopia. ¡Y qué decir de los sindicatos de clase!
Cuando fallan los argumentos y las ideas, cuando se pierde el rumbo y no se encuentran los principios, aflora patéticamente el y tú más' Y en este punto encontramos a los hombres de Rubalcaba, Toxo y Méndez. Todos a una. A la melé. Amontonados y empujando para conseguir la posesión del balón que hoy juega el Partido Popular.
La dinámica de justificación de la algarada en la que han entrado UGT y Comisiones Obreras, al servicio de Ferraz, es tan inconsistente como cínica. Resulta que Rajoy y los suyos no pueden denunciar la conflictividad social que pretende hacer cuajar la izquierda porque fueron ellos, desde la derecha extrema, los que la provocaron en tiempos de Zapatero arropando en la calle a las víctimas del terrorismo. ¡¿Pero qué clase de broma es ésta?! ¡¿Qué clase de insulto y de majadería?!
Apenas dos meses después del cambio de color en La Moncloa, el socialismo español y las paniaguadas centrales sindicales han constituido una UTE, una Unión Temporal de Empresas cuyo fin es realizar una obra y prestar un servicio. Todo es tan concreto como vergonzante: el objetivo de la fusión, el programa de acciones, los medios para llevarlo a cabo y la duración de las operaciones. Dado que para los dispuestos a sacar adelante esta «joint venture» todo vale; y dado lo previsible de la coreografía, las políticas del Gobierno y el apoyo cívico de los que lo sustentan deberán ser lo suficientemente contundentes como para frenar en seco a los que sueñan, callados pero convencidos, con un desmadre a la griega.