Sevilla
Cavendish estrena «La Roja»
Lideró la entrada del Columbia en meta y se convierte en el primer modelo para el nuevo maillot de líder de la Vuelta / Liquigas, segundo
La gente sale a la calle (250.000 personas). Porque es Sevilla, porque es de noche, porque el calor mengua y porque hay ciclistas. La Vuelta se lanza a la noche. La afición responde y también los focos. Sin sustos, sin apagones como en la jornada de presentación. Con los 3.000 focos a pleno rendimiento. Y con alguna decepción.
Como la del Katusha. Se esperaba más del equipo ruso, que esperaba colocar a «Purito» Rodríguez como líder a la salida de Sevilla. «Por lo menos hemos estado más fresquitos que en los últimos días», reconocía el ciclista español. «No encontramos la velocidad necesaria», lamentaba el medalla de bronce en el pasado Mundial. Para ganar una contrarreloj por equipos, todos los ciclistas deben estar sincronizados, aguantar juntos y dar los relevos justos para no reventar antes de tiempo. Eso fue lo que le sucedió al Euskaltel. Llegaron los cinco necesarios a meta para marcar el tiempo del equipo. El sacrificio tampoco era tan grande por las reducidas dimensiones del circuito. Trece kilómetros permiten sacrificar a algún corredor.
«No lo hemos hecho bien», reconocía Igor González de Galdeano, el director del Euskaltel. Pero, aunque era noche oscura no todo eran sombras. «Beñat [Intxausti] e Igor [Antón] han aguantado al equipo y esperemos que vaya todo mejor», añadía.
El tiempo no fue malo. Un segundo mejor que el Xacobeo de Mosquera, empeñado en no perder mucho cuando el enemigo son las manillas del reloj. Lo justo para poder recuperarlo cuando las carreteras se empinan. Había trabajado mucho el equipo gallego en los días previos porque no era cuestión de perder la carrera antes de empezar.
Los tiempos de Xacobeo y Euskaltel los fueron haciendo mejores los favoritos. El Liquigas de Nibali y Kreuziger, una de las máquinas más elegantes cuando se trata de rodar en grupo, uno de los equipos más poderosos del pelotón, no pudo con el registro que entonces marcaba el Columbia de Cavendish. El objetivo era, al menos, situar al británico cerca de los primeros puestos. Si no era ayer, hoy las bonificaciones podían vestirle de rojo.
La amenaza era el Saxo Bank. El equipo perfecto movido por el motor de Cancellara, la pierna derecha y la pierna izquierda que dice Lance Armstrong. Pero se le fue la mano al suizo. La costumbre le animaba a sentirse el primer líder en potencia. Está habituado a ganar la primera contrarreloj de cada prueba que disputa. Y la última. Todas. Pero ayer no estaba solo, estaba rodeado por otros ocho individuos que daban pedales a otro ritmo. Sin su potencia. Y el equipo llegó roto a la meta. Desordenado. Con Cancellara renunciando a dar pedales innecesarios porque había que esperar al quinto hombre.
El Cervelo sufrió el mismo mal en los últimos metros, asfixiado por las piernas de Hushovd. Pero el noruego terminó llevando a su equipo muy cerca del Columbia. Pero no lo suficiente para quitar el liderato a Cavendish. El británico estrena el maillot rojo en el podio.
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