Grecia
Un paseo por la luna
Mientras presenciaba un reñido partido de tenis entre Ferrer y Bagdatis, el jugador sonriente, un amigo y yo comentábamos cosas muy diversas. Teniendo en cuenta que es la persona con más inteligencia, más talento y más capacidad de trabajo que conozco, su palabra pudiera llegar a resultarme como un dogma de fe. Me razonó que unas elecciones anticipadas en este momento no resolverían nada, sino que, incluso, empeorarían la situación. Todo debe calmarse primero y, después, ir a votar en la esperanza de que un nuevo Gobierno asuma el marrón que nos está dejando el actual y lo resuelva. Salir de esta ruina, de esta catástrofe económica en la que nos ha sumido Zapatero, no va a ser fácil, pero tiene que ser posible para que no lleguemos a lo de Grecia. El trabajo de todos y cada uno de nosotros es importante; mi amigo, el del talento, es un «workaholic», y él lo sabe, pero alcanza todas las metas que se marca. Conozco a otros que ignoran lo que es trabajar, y van de taberna en taberna con los amigotes, y terminan de farola en farola, ya me entienden. En efecto todavía existen esos especímenes, por fortuna en extinción, que casi no se dan en las nuevas generaciones, ansiosas de prosperar y de competir. A mi amigo nada se le ha regalado, todo lo consiguió a pulso, ayudado por su cabeza privilegiada, claro. Entre la caja mágica y el cerebro inusual, me sentí como dando un paseo por la luna.
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