Benedicto XVI

Generación cómplice

La Razón
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Las cosas nunca suelen pasar por casualidad. Suele haber siempre un plan, bueno o malo, detrás de ellas. Hace años se lanzó un eslogan –«Cristo sí, Iglesia no»– que tenía como objetivo separar a los católicos de la Iglesia. El motivo era hacerles más frágiles. Muchos se adhirieron a aquella propuesta y era frecuente oír decir eso de «yo soy católico como el que más, pero no quiero saber nada con los curas». La consecuencia es hoy bien visible: una amplia multitud de bautizados que están sumergidos en el relativismo y que sólo mantienen una relación con Dios más o menos sentimental. Esta inmensa mayoría es fácilmente manipulable y no duda en seguir al político demagogo de turno antes que a los obispos o al Papa.
Benedicto XVI ha querido que su último mensaje en la Jornada Mundial de la Juventud estuviera dedicado a este asunto. Si empezó pidiendo a los jóvenes que no se avergonzaran de Cristo, ha terminado diciéndoles que es imposible seguir al Señor fuera de la Iglesia. Para añadir que esa comunión con la Iglesia sólo es completa cuando se está en comunión con el Vicario de Cristo, con el Papa. Todo lo demás es hacerle el caldo gordo al enemigo. En esta Jornada Mundial de la Juventud ha nacido la «juventud de Benedicto XVI» –quizá gracias a la complicidad que se creó debido a las malas condiciones en que se desarrolló la vigilia–. Esta generación nueva será para siempre una generación del Papa.