Europa

Caracas

Megaurbanas inurbanas y bastante mejorables

La Razón
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Si el siglo XX fue el de las ciudades, el XXI es ya el de las megaurbes. Cada vez son más las macrociudades gigantestas desde las que se gobierna el planeta, polis con más de diez millones de habitantes, ciudades inurbanas, grandes aglomeraciones muy poco estructuradas y con muchos problemas sociales o ambientales. El mundo es cada vez más, en efecto, un planeta urbano basado en una cultura urbanita transmitida a las nuevas generaciones como valor predominante. Un planeta de ciudades. Ya hay 410 ciudades de más de un millón de habitantes. Si en el año 1800 sólo un dos por ciento de la población mundial era urbana, en 1950 ese porcentaje había subido al 30 por ciento, y en 2004 al 50. Se calcula que en 2030, el sesenta por ciento de la población mundial será urbana, aunque la realidad es que en Europa, América del Norte y Australia ya lo es el 75 por ciento. El problema es que, junto a los avances en sostenibilidad en numerosas urbes del mundo occidental, lo que se extiende con más fuerza es la ciudad insostenible, diseñada para vehículos, con escasos servicios públicos y mucha inseguridad. Por desgracia la ciudad peatonal y supersegura es una excepción. La tendencia es a hacer megalópolis como México o Sao Paolo, con más de veinte millones de habitantes cada una, en donde, amen de una contaminación acuciante, abundan los atascos, los ruidos, las prisas, las chabolas y la inseguridad. Caracas, Río o las sobresaturadas citys de China, India o los tigres asiáticos van en ese sentido.Esta semana comienza en Shanghái la Expo 2010, que espera recibir setenta millones de visitantes en seis meses, y estará enfocada a la búsqueda de soluciones a los retos que plantean las cosmo-ciudades y el imparable crecimiento de las mismas. Un tema bien escogido para ser analizado en una capital que sabe mucho de los problemas de las actuales macrourbes. Shanghái, la ciudad más capitalista de China, crece y crece sin parar. Son las grúas una parte habitual y cotidiana de su decorado. Tiene autopistas de tres y hasta cuatro pisos, que a veces pasan a la altura de la planta diez de algunos edificios. Nunca descansa: hay obras permanentemente, mañana, tarde y noche, 24 horas al día todos los días, de lunes a domingo.Cada año se levantan decenas de rascacielos nuevos. Es verdad que el sky-line de Shanghai es tan espectacular como el de Nueva York. Su puerto tiene tanta actividad como todos los puertos españoles juntos. Hay cuatro mil edificios de más de cien metros de altura, por sólo diez o doce en Madrid. Y si nosotros tenemos el Ave, ellos tienen el «mag-lev», o tren de levitación magnética, el tren que vuela. Vuela de verdad porque no tiene rozamiento en su recorrido: no va sobre raíles sino elevado, suspendido en el aire hasta el momento de la frenada. Alcanza una velocidad de 416 kilómetros por hora, lo que le permite ir desde el aeropuerto al centro en un tiempo tres veces menor al que se tarda en hacer el mismo recorrido en coche. En materia de tráfico, Shanghai tiene todos los problemas de las grandes urbes en expansión. Los atascos son habituales en esta «Detroit china» que ha pasado en una década de las bicicletas al cuatro ruedas. Todo el mundo quiere tener ahora un coche en China, y más aún en Shanghai, una urbe de locura, con atascos, ruidos, pitidos, cientos de camiones y autobuses por doquier, taxistas locos que te llevan a todo tren y frenan a trompicones, con mucha contaminación, mascarillas en la boca, dióxido de carbono, problemas respiratorios y miles de amarillos deambulando por las calles. Igual o parecido que en Bankok o la antigua Saigón, hoy ciudad de Ho Chi Ming, en donde salen cada día a la calle cuatro millones de motos. Shanghai es el mejor sitio del mundo para debatir el presente y el futuro de las ciudades y a ello dedicamos hoy A Tu Salud, un día después de la inauguración de esta nueva Exposición Universal que atrae estos días la atención del mundo.