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El embrión de la nueva Europa por Alberto Carnero

La Razón
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Los acuerdos del agónico Consejo Europeo del día de ayer dibujan el embrión de lo que puede ser el mayor cambio institucional y político en Europa desde hace veinte años. La falta de acuerdo con el Reino Unido y la decisión de realizar los cambios mediante un nuevo tratado internacional abren un difícil camino legal lleno de interrogantes. La complejidad de utilizar las instituciones europeas, que son de los 27, en ese futuro tratado es grande. Esa es una de las cuestiones que habrá que resolver antes de marzo. Políticamente, avanzar en la integración europea sin la participación del Reino Unido es una decisión de gran calado cuyas consecuencias aún son difíciles de prever. Pese a ser un socio exigente y difícil, el Reino Unido se ha caracterizado por ambicionar una Europa más flexible, abierta y competitiva. El nuevo pacto fiscal consagra el compromiso con los presupuestos equilibrados. Se fija el nuevo límite en un déficit estructural anual del 0,5 por ciento del PIB, norma que los estados miembros deben incorporar en sus ordenamientos al máximo nivel (como ya ha hecho España). El Tribunal de Justicia verificará la transposición de esta norma a escala nacional. Se refuerzan los mecanismos para sancionar a los socios que sobrepasen un déficit del tres por ciento, sin que llegue a haber un automatismo total puesto que la propuesta de la Comisión puede ser bloqueada en el Consejo con una mayoría cualificada. La puesta en funcionamiento del Mecanismo Europeo de Estabilidad se adelanta a julio del 2012 o cuando se haya ratificado por países que representen el 90 por ciento del capital. Esta medida es positiva, aunque aumentará la presión sobre las necesidades de financiación de los países de la zona euro. Zapatero no ha logrado para España capacidad de veto en las normas que regularán el procedimiento de emergencia, pese a habérselo solicitado Mariano Rajoy. La participación del sector privado en posibles futuros rescates financieros se minimiza al reconocer que el caso de Grecia ha sido «único y excepcional». España deberá participar a fondo en el debate sobre el desarrollo de estas medidas. El compromiso con la estabilidad presupuestaria ha sido asumido por los dos grandes partidos y recogido en la Constitución. Además de desarrollar este principio, es necesario poner en marcha medidas que flexibilicen nuestra economía. Habrá que estar atento para que el avance hacia una política económica común no suponga asumir modelos que impidan esa flexibilidad necesaria.

 

Alberto Carnero
Director del Área Internacional de FAES