Elecciones europeas

Trinidad

La Razón
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En la vida de Tomás Gómez hay dos mujeres que le han marcado políticamente. Las dos con el mismo nombre: Trinidad. Y las dos, por diferentes motivos, le han dado muchísimos dolores de cabeza. Es verdad que Jiménez le encumbró a la fama pero la otra Trini, Rollán lleva camino de encumbrarle al mayor desastre electoral cosechado por el PSM.
Si Tomás hubiera buceado un poco en Google, hubiera visto antecedentes más que sospechosos. Hubiera descubierto que la empresa a la que favoreció y, por la que se le ha condenado por prevaricación, estuvo también implicada en los casos Roldán e Ibiza. Simplemente con preguntar, en las filas de su partido, hubiera averiguado que no se la consideraba trigo limpio. Ni las mayores dosis de analgésicos surten efecto en las migrañas de Tomás. Prevaricar no es un simple acto administrativo, es actuar a sabiendas de que, lo haces injustamente, en detrimento del interés general. Pero cesar a su número dos, que le ha acompañado en tantas batallas, es reconocer un error que le debilita a cuatro meses de las elecciones.
Lo que un votante no perdona es la incoherencia y la falta de firmeza. No vale decir que no caben corruptos y que el PSM es el partido de la justicia y a la vez poner en duda una decisión judicial y empecinarse en mantener a Rollán como consejera de Cajamadrid y de número dos del partido. A día de hoy para Tomás dolor de cabeza equivale a Trinidad.