Crítica de libros
Sexo pasado por agua
Pese a ser una fantasía recurrida, una jornada amorosa en la playa o la piscina puede generar hongos, clamidia y otros agentes bacterianos. Los expertos aconsejan terminar la experiencia en tierra firme.
Llegan las vacaciones, y con ella el clásico: bajarse a la playa en un intento de emular –con más o menos pericia–, una escena romántica que en ocasiones termina siendo poco más que un intento malogrado de conquista. Tal es el fervor que despierta el sexo en el agua, que para muchos es la fantasía más recurrida, por delante, incluso, del enaltecido trío. Así se desprende de la Encuesta Nacional de Tendencias Sexuales realizada por «sexología.net». Casi el 70 por ciento de los internautas encuestados afirmó haber tenido sexo en la playa.Pero no es tan sencillo como en la gran pantalla. Dispuesto a «rodar» por la arena blanca hasta sumergirse en agua cristalina, acaba uno rebozado en gravilla y extenuado por tanta agua salina mal dirigida por las fosas nasales y por otros lugares más íntimos. Y, en consecuencia sobrevienen las bacterias y las infecciones, especialmente en ellas. Según explica el ginecólogo y presidente de honor de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, José Zamarriego, «es frecuente la aparición de hongos debido a que se desarrollan con la humedad y la promiscuidad y al estar en contacto con la toalla propician su proliferación».Lo mismo ocurre con la clamidia y otros agentes bacterianos. Y es que el agua de la piscina y del mar no están libres de microbios y con los movimientos del pene puede penetrar algo de agua sucia. Y qué decir del sexo oral, porque si a uno le da por sumergirse, es probable que, si no tiene práctica (e incluso con ella) trague agua, y el sabor y la consistencia marina no son los mejores alicientes.ProtecciónOtro inconveniente del sexo acuático es la dificultad de tomar medidas de protección, como colocar un preservativo. Es prácticamente imposible y poco efectivo hacerlo dentro del agua. Además, el líquido elemento no es un buen lubricante para facilitar la penetración. «Si es una pareja asentada y toman otras medidas anticonceptivas, no hay problema. El riesgo radica en las relaciones esporádicas de verano». En definitiva, el sexo submarino tiene tanto riesgo de embarazo como el terrestre. Por su parte, Javier Haya, presidente la Sociedad Española de Ginecología Fitoterápica ha anunciado la puesta en marcha de una campaña de prevención de la cistitis en las piscinas, pues «el agua dulce favorece las infecciones urinarias en mayor medida que la de mar», por lo que recomienda cambiarse o secarse bien.Siguiendo con la línea infecciosa, Zamarriego señala que «hay que seguir un tratamiento con esfungicidas que también deberá realizar la pareja. El de ella será por vía vaginal, y el de él por vía oral». El experto advierte de que «hay quienes toman antibióticos, pero es un error, ya que son amigos de los hongos. Al finalizar un tratamiento pueden quedar esporas que rebrotan con estos fármacos. Y si no han tenido suficiente escarmiento y desean mejorar sus habilidades submarinas, al menos tienen que darse una tregua para perfeccionar la técnica, y para que el tratamiento haga efecto. «Unas 72 horas deben pasar sin bañarse en las piscinas o el mar. El ambiente genital tiene que permanecer seco durante ese tiempo», matiza Zamarriego.Pero no todo son inconvenientes. El agua ofrece muchas posibilidades y sensaciones diferentes. Los cuerpos «pesan» menos y uno parece volverse más manejable. Hasta una famosa revista ha editado un «Aqua Kama Sutra» con 25 posturas practicables bajo el agua. En cualquier caso, los expertos aconsejan terminar fuera. Por algo Andersen dejó que su Sirenita saliera a tierra firme para proceder con el príncipe Eric.
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