Afganistán
Misión de guerra
El Gobierno no atraviesa su mejor momento de popularidad, tras la congelación de las pensiones y el recorte de sueldo a los funcionarios, entre los que se encuentran los militares españoles. También los destinados fuera de España en misión de guerra. Aunque el Ejecutivo intenta convencernos de que son miembros de una ONG, España tiene una base operativa desplegada en Sang-Atesh, una de las zonas más peligrosas de Afganistán. Allí, frecuentemente, los talibanes organizan ataques contra las tropas extranjeras y las españolas han sufrido algunos de ellos.
El último, ayer, con el resultado de dos soldados heridos, y no porque cayeran por un terraplén o sufrieran un accidente. Oficialmente, la agresión anterior tuvo lugar el pasado mes de febrero y en ella murió un militar y resultaron heridos otros seis. Sin embargo, entre febrero y junio han existido otros asaltos que el Ejecutivo de Zapatero, acuciado por todo tipo de problemas, ha ocultado a la opinión pública. Lo último que desea el presidente es que surja de nuevo la polémica social sobre el tipo de misión que llevan a cabo nuestros soldados en ese país, aunque resulta obvio que están librando una guerra, y que como resultado de la misma, en ocasiones se producen bajas. El trabajo de los soldados y el sufrimiento de las familias merecen, por lo menos, el reconocimiento de que llevan a cabo una labor en la que se juegan la vida a favor de la democracia.
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