Herencias por Eric Martel

La herencia dejada por el PSOE a Rajoy no se limita, como tristemente han comprobado nuestros bolsillos vía aumento de impuestos, a la engañifa del 8% de déficit. Rajoy visitó ayer a Cameron y le dieron en la frente a raíz de tal herencia. La primera recibida en el palenque de la política exterior. En el cristalino inglés de Eton le ha espetado: «¿Soverwhat?», que traducido quedaría más o menos como «¿Soberaqué?». En efecto, el ínclito Moratinos nos dijo que en los Acuerdos de Córdoba se había acordado con los ingleses la constitución de dos foros: el tripartito, que iba a tratar de la cooperación para hacer más grata la ya prolongada presencia británica en nuestra piel, antes de toro, y el bipartito, en el que se hablaría de soberanía.

En eso los ingleses no engañan. A partir del momento en que a mediados del pasado siglo la ONU da la razón a España, se han mostrado dispuestos a hablar de soberanía. En la primera ocasión lo hicieron para adverar sus derechos soberanos sobre el Istmo no incluido en el Tratado de Utrecht por el que se cede Gibraltar. Ulteriormente, en los Acuerdos de Lisboa y de Bruselas, de forma recónditamente implícita no se opusieron a hablar del tema.

La reacción de Cameron parece estar en línea con lo acordado. Ha hablado de soberanía con Rajoy : éste pidió hablar del tema y el otro ha hablado para decirle que, para entrar de lleno, necesita el consentimiento de los gibraltareños. Esto no era de extrañar cuando la propia España les había dado vela en este entierro. Hay que volver a nuestros clásicos. Nuestro embajador en Londres, hace ya muchos siglos, el conde de Godomar escribía que los ingleses sólo entendían un lenguaje: el de la dureza. En este caso él quizá les hubiera hecho llegar el siguiente mensaje: o arreglamos el tema de la soberanía o ponemos punto y raya a la asimétrica cooperación heredada por Rajoy.

Eric Martel
Embajador de España y autor de «Gibraltar: la hora de la verdad. Misión diplomática al pie del Peñón»